Muy pocos bailarines de tango pueden concitar tanta atracción como pareja, en un espectáculo interesante y ameno, con pocos recursos extradanza, bien concebido y matizado con ciertas fusiones de tango-danza contemporánea y clásica. Por cierto, Orlando y Barneix saben dirigirse al recurso teatral, y por otra parte, Claudio ha editado un evocativo video, ilustrativo del arribo de los inmigrantes y de la época de gestación de la llamada “música ciudadana”, con visiones de los barrios de la Boca del Riachuelo y de Balvanera. La pareja conoce y aprovecha los vericuetos del tango y, ciertamente, se ha impuesto disciplina ejemplar en su entrenamiento. Alicia centrada en un eje perfecto con altas posiciones nunca exageradas, giros lentos o acelerados y un paso de tango sin estridencias al igual que Claudio que mantiene su notable salto. Así se mueven –sobre todo– en un tango “terre-à-terre”, deslizado con perfección y entusiasmo siempre visible.
De esta manera concluyen con el teatro, la danza, el video y la música (una buena selección de temas diversos) fusionados “para contarnos las historias de personajes entrañables...” Cierta intimidad de la Sala III del Centro Cultural Borges se presta en el logro de atmósfera tanguera, y la música la ratifica con temas de Rosita Melo, Homero Manzi, Cobián, Cadícamo y Piazzolla, entre otros. Ovacionados, Orlando y Barneix saludaron emocionados.
por Enrique Honorio Destaville
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