Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 20-01-2012 13:24

Un amigo caído en desgracia

La guerra secreta del banquero y el secretario. Resistir sin enojar a Cristina.

Cómo contrarrestar el poder nocivo del “supersecretario” Guillermo Moreno sin dinamitar a la vez la relación con Cristina Fernández. Esa es la difícil ecuación que debe resolver el establishment local. Tal vez por eso, el banquero Jorge Brito, presidente del Grupo Macro, quiso que se lo tragara la Tierra cuando vio en los medios –sobre todo, los oficialistas– que su “habitual” e “inofensivo” asado anual con empresarios amigos, que pasan enero en Punta del Este, se tomaba como un cónclave “conspirativo”. “Es una fantasía que trata de 'empiojar' la buena relación con el Gobierno”, se defendió uno de los comensales invitado el sábado 14 a la chacra Mamá Ganso.

“Fue un encuentro de contención para no dejarse llevar por las provocaciones y encontrar así una vía de diálogo con el poder que por ahora está cerrada”, admite otro empresario conciliador. En las oficinas de Moreno, en cambio, no tienen problemas en confirmar –sin mayores datos– la supuesta trama conspirativa de algunos empresarios amigos ahora “caídos en desgracia”, según el lenguaje triunfalista del secretario todoterreno. Fue él el que hizo correr el rumor de que la corrida cambiaria de noviembre había sido alentada, entre otros banqueros y empresarios, por Brito, Enrique Cristofani –presidente del Santander Río– y Carlos Blaquier –de Ledesma– con propósitos “devaluacionistas”.

“Van a terminar presos”, se descargó el secretario ante un grupo de importadores. En su lista negra ya tiene agregados a Sebastián Eskenazi, CEO y gerente general de YPF, y a Cristiano Rattazzi, titular de FIAT en la Argentina. A uno lo apunta por supuestos sobreprecios en el gasoil mayorista que vende al transporte (y por el giro de divisas a la casa matriz en Madrid). Al empresario automotriz por “correrlo” con la difusión del cierre de su planta en Córdoba ante la falta de piezas importadas.

Sin embargo, el mismo Moreno recibió el viernes 13 a José Ignacio de Mendiguren, titular de la UIA, a quien le pidió “comprensión” frente a su conflictivo plan de restringir las importaciones. “Nos ponemos a disposición para que la falta de insumos no frene la producción”, contestó, ambiguo, el industrial. Pese a todo, cada uno de esos empresarios, hijos y entenados del secretario, con sus matices, degustaron el tradicional corderito uruguayo servido por Brito.

Historias y peleas

Pero el banquero sabe mejor que nadie que Moreno se la tiene jurada. En agosto del 2008, ya lo desafiaba: “Que el Gobierno tenga a un señor que fracasó en todas las regulaciones que ha hecho, como el secretario de Comercio, y que nos pregunte qué tasas estamos cobrando, lo único que hace es generar un mal humor más en el empresariado”. Brito también fue desconfiado con Moreno en la embajada de los Estados Unidos, según un cable de Wikileaks, después de la derrota legislativa del oficialismo en el 2009: “Es un psicópata que se cree un genio, pero que es tan tonto como el resto de ellos (por los funcionarios)”. En septiembre del año pasado, el banquero también arriesgó un tiro por elevación al Banco Central por la desmedida expansión monetaria: “Es una emisión que está convalidando un índice de precios, para mi gusto, alto. Tampoco creo que subiendo la tasa de interés al infinito se la pueda controlar”. Precisamente, en estos días, el propio Moreno, y su aliada Mercedes Marcó del Pont, presionan a los bancos a bajar como sea las tasas de interés desde el 20% que se pagaba a fines del 2011 –cuando los ahorristas retiraban sus depósitos primero en dólares y después en pesos– hasta el 16 o 17% para que no se frenen los créditos. Brito cree, en cambio, que así los que se están frenando son los depósitos.

De Mendiguren –que admite en privado la preocupación empresaria por el poder omnímodo de Moreno sobre la economía– propone esperar el fin de la licencia presidencial para restablecer el diálogo y corregir los “desajustes”. En otras palabras: no cree que haya que empezar ya una guerra de desgaste contra el “supersecretario” al margen de Cristina, la verdadera fuente de poder de Moreno. Los industriales siguieron esa mismo estrategia de silencio para no aparecer enfrentados a medidas supuestamente proteccionistas que los estarían beneficiando. Aunque no creen que haya sido pensadas para fortalecer a las empresas capaces de sustituir importaciones.

Leña al fuego

Brito –que se sabe en la mira del extremismo cristinista– coincide con esa táctica trazada por “El Vasco” desde que la Presidenta fue reelecta con el 54% de los votos. Tampoco quiere echar leña al fuego en público porque, más allá de las amenazas de Moreno, él se muestra optimista respecto de la economía que viene, sobre todo en cuanto a amortiguar los efectos de la crisis mundial. Prefiere el silencio. Entre otras cosas, porque avizora un año especialmente difícil para el sector financiero. La sanción de una nueva ley de entidades que declare a la banca servicio público, de una nueva Carta Orgánica del Banco Central para ampliar el financiamiento al Tesoro.son algunos de los proyectos más polémicos que se preparan en Olivos. La coartada oficialista consiste en invocar los 25.000 millones de pesos que habrían ganado los bancos el año pasado.

Al menos es lo que invoca Moreno. Cada vez que llamó a un empresario para que demoraran sus importaciones o los pagos y el giro de utilidades al exterior, el funcionario les recomienda: “No hagan la de Brito, ahora se acabó la joda”. La purga se extendería, según el titular de una cámara exportadora que escuchó despotricar a Moreno, a Amado Boudou y Hernán Lorenzino. El vicepresidente y el titular formal del Ministerio de Economía integrarían “el club de la deuda”, que presuntamente auspiciaría un trato más amistoso con el FMI y el Club de París y el retorno al mercado del crédito internacional. Otra “operación”, siempre según el secretario multipropósito, en la que estaría involucrado Brito. Suena a ajuste de cuentas en la interna cristinista.

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por José Antonio Díaz

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