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PERSONAJES | 24-02-2012 14:07

“En Europa quieren mujeres con curvas”

Nació en Bahía Blanca, bailó en el American Ballet de Nueva York y se convirtió en modelo internacional. El novio economista.

Mide 1.73 metro y dice que en Estados Unidos es bajita; que allá las modelos son de 1.80 para arriba, pero por suerte su manager, Lorena Ceriscioli, le enseñó a caminar, estirándose y moviéndose como un junco, con ese andar que anula parámetros de pasarelas. Al físico privilegiado y a sus estudios de modelaje, hay que sumarle un par de méritos esenciales: es bailarina clásica y es inteligente. Radicada en Manhattan hace 7 años, dice que las top models norteamericanas son flaquísimas. “Papá es médico pediatra, mamá es ama de casa pero está siempre muy dedicada al arte. Y tengo una hermana mayor, Pamela, todos somos de Bahía Blanca, todos flacos pero bien alimentados”.

Melisa bailó en una fiesta privada que dio Donald Trump y en el MET para el presidente Barack Obama y su esposa Michelle, Hillary Clinton y Paloma Herrera, con quienes compartió la gala. Mientras espera una oportunidad para audicionar en Suiza, la mujer-niña de ojos claros y cara angelical no es una espectadora de su vida, sino la arquitecta de un futuro que edifica sin pausa.

Melisa Garat: Todo empezó a los 8 años, cuando jugaba al hockey. Fue mi abuelo quien me dijo que si hacía algo más femenino -como baile o gimnasia artística- me regalaba una bolsa de caramelos. Como a mí me encantaban, fui a la Escuela de Danzas de Bahía Blanca, para darle el gusto y tener caramelos de sobra. Ya el primer día me sentí loca de contenta y pasé de estar llena de moretones en las rodillas a algo súper delicado…

Noticias: ¿Y su experiencia con Maximilano Guerra?

Garat: Vi un afiche de su escuela porteña, donde ofrecía becas y nos vinimos con mamá. Llegué primera porque soy súper puntual. Me dieron el número uno y me pusieron adelante en la barra. Yo no sabía mucho, podía seguir una clase, pero tenía 13 años… Y los anotados eran profesionales. No podía hacer todo, porque no lo había aprendido… Me sentía mal y en ese momento entró Maximiliano. Me paralicé y me largué a llorar. Entonces me dijo que hiciera lo que pudiese. Terminó la clase y de las tres becas, una fue para mí. ¡Las otras chicas me querían matar! Me volví a Bahía y decidí prepararme. Por eso me inscribí en lo de Julio Bocca.

Noticias:Toda su familia confió en usted.

Garat: Sí, y eso fue muy importante. ¡Pero los separé! Ese año me instalé en la Capital con mamá… Hice el secundario y buenos amigos en el colegio San Ambrosio. Estudié con Guerra y al año siguiente volví con Bocca. También tomaba clases con una maestra privada, para entrar a la escuela del Teatro Colón. Con

15 años entré a quinto como alumna regular, pero tuve que ponerme a la par del resto, que estaba allí desde el principio. El examen fue terrible. Y no la pasé muy bien, porque era muy alta y la mayoría no. Hice solo dos años.

Noticias: ¿Por qué?

Garat: Porque había conocido al maestro Paul Vasterling, del Nashville Ballet, en Tennesee, que venía a la Argentina por jóvenes talentos. Me gané una beca y partí. Después volví y seguí en el Colón.

Noticias: Pero no terminó…

Garat: No, porque Paul le había dicho a papá que me impulsara hacia el exterior, que mandara un video a la escuela del American Ballet de Estados Unidos y a la del Royal Ballet del Reino Unido. Y lo hicimos. Me llamaron del Royal. ¡Entre 5.000 videos eligieron 40 y uno era el mío! Tenía que viajar a audicionar y era mucha plata. El gobierno argentino me pagó los pasajes a Londres y nos fuimos con papá. Estuvimos un día entero y pasé pruebas muy exigentes.

Noticias: ¿Cómo es probarse en la escuela del Royal Ballet?

Garat: La escuela es divina, entre el sector de salas y las habitaciones pasás un túnel. Si ingresás, no tenés que buscar alojamiento ni viajar. Éramos un montón y había 30 jurados que te miraban y anotaban cada movimiento. ¡Al final, gané la beca! ¡Y cuando vamos a los papeles se dan cuenta de que no soy europea y no accedo! Me quería morir. Me consolaron diciéndome que volviera para que la Reina de Inglaterra me esponsoreara; que con su aval estaría todo en orden…

Noticias: ¡Qué frustrante!

Garat: Horrible. Me volví retriste, pero mamá me dio una carta de la escuela Jackie Kennedy Onassis of American Ballet, donde me becaban para un curso. Tuve que dejar el secundario porque ya estaba en sexto del Colón -con ensayos y giras porque integraba también el ballet juvenil- y cursaba de lunes a sábado, además de inglés. ¡Era mucho!

Noticias: Y llegó a Manhattan, con 17 años, ¿sola?

Garat: Sí. Mis papás no querían, y menos hablando un inglés básico. Entonces nos recomendaron una residencia de monjas latinas, a cuatro cuadras de la escuela y fue genial, con compañeros colombianos y cubanos, con directores que hablaban castellano… Entré al nivel avanzado, que es pura práctica. Teníamos hasta curso de Stress Management.

Noticias: ¿En qué consistía?

Garat: Después de bailar nos sentaban, traían un montón de comida, y hablábamos de lo que sentíamos con una instructora que aseguraba la confidencialidad. Recibíamos instrucciones para enfrentar el pánico antes de salir al escenario, cómo controlar nuestra ira frente a una observación y cómo sobrevivir a tanta presión… Antes de bailar, teníamos que pararnos frente al espejo y halagarnos mucho.

Noticias: A trazo grueso, ¿cómo sigue su ruta en puntas de pie y cómo sube a las pasarelas calzando stilettos?

Garat: En el American, mi director Franco de Vita me había dicho que me contratarían para la American Ballet 2, que es la antesala de la compañía. Me verían maestros de todas partes en una función especial. Bailé, hice lo mejor a pesar de los nervios, pero no me contrataron. Dijeron que era muy alta y querían un grupo homogéneo. Convengamos que hay acomodos... Perdí mi oportunidad y lloré un montón. Al otro día tenía arreglado un viaje a Orlando. Allí, con Robert Hill, un grande que fue primer bailarín del American Ballet, y con 18 años, después de un año súper intenso, me hice bailarina profesional: ¡Cobraba! ¡No me pagaban como solista pero bailaba solos!

Noticias: ¿Le pagaban bien?

Garat: Yo gano en un día modelando lo que cobro bailando tres meses. Los bailarines promedio no se casan, no tienen hijos. Me decían que era imposible, que apenas podían mantenerse. Un primer bailarín del Orlando Ballet debe cobrar entre 3 mil y 4 mil dólares mensuales, lo cual en Florida está bien. Pero no en Manhattan.

Noticias: ¿Volvió a insistir en Nueva York?

Garat: Sí. Me escapaba de Orlando y audicionaba para la compañía del American. Éramos 1.000 chicos buscando un contrato. Todos apiñados en una sala. Te van descartando de la barra; “usted, afuera; usted también afuera”… Me seleccionaron, pero vino la crisis y no hubo contrato. Lo último que hice fue mandar un video a lo que para mí es la compañía del futuro, la Dresden Semperoper Ballet de Suiza, donde no hay un estereotipo de bailarina… Me llamó el director para que fuera ¡ahora también tengo la ciudadanía italiana! Un solo día me costaba 10 mil dólares. ¡Una locura! Voy si me promete algo, le dije. Y me puso al tope de su lista, a la espera de una oportunidad.

Noticias: ¿Cuándo se inicia como modelo internacional?

Garat: El año pasado llevé un book a la agencia New York Models. Había un montón de chicas, a muchas les decían: “Vos mejor que te dediques a otra cosa” o “Sos muy baja o muy gorda”. Gusté y me pidieron un video desfilando y hablando en castellano y en inglés. Me fui y al rato sonó el celular: el director general quería verme. Le encanté y enseguida me puso adelante un contrato de una carilla en inglés. Le contesté que iba a firmarlo, pero que me lo mandara por internet porque quería que lo viera mi papá. “Ah, aparte de linda sos inteligente”, me dijo. Y esas son las boludeces que ayudan en un momento así. Me llevé el contrato y un conocido que sabe del tema lo cambió porque era leonino.

Noticias: Y empezó a modelar.

Garat: Sí. Desfilé para Chanel y Vuitton – que fue privado para celebridades- a cargo de Marc Jacobs. Todo era estilo años `50, con polleras de talle alto… ¡Nos rellenaron con algodón para que no quedáramos tan chatas! En Europa quieren mujeres con curvas. Después hice el Fashion Week, la gráfica de Wella… un casting para un video de Jennifer López donde bailo, y me mandaron a Japón dos meses y medio. Ahí hice un casting para Sony y me sorprendí porque querían una bailarina. Bailé “El pájaro azul” sin música. Me pidieron un grand jeté –ese paso en que te abrís de piernas en el aire-; lo hice, salió y estoy en el video donde ¡hago fouettés en 3D!… no sé cuándo se verá por acá.

Noticias: ¿Va a trabajar en Buenos Aires?

Garat: Sí. NY Models cerró por vacaciones. Me quedo dos meses con Lorena.

Noticias: ¿Y tiene novio?

Garat: Tengo uno que es suizo, súper inteligente. Ya se recibió de economista y quiere trabajar en la bolsa, en Wall Street. Nos conocimos en Nueva York, en French Toste, donde preparan una exquisita ensalada de mango. Él estaba haciendo su master en la Universidad de Columbia. ¡Tiene 21 años, se llama John Wuarien y lo amo!

Noticias: ¿Viven juntos?

Garat: No. Ahora está en Ginebra; pero me visita en Manhattan y fue a Japón para no dejarme sola el día de mi cumpleaños, el 29 de octubre. Se vino conmigo a la Argentina y se fue hace poquito. Es altísimo, con ojos azules pero piel mate, como tostado por el sol, porque su mamá es jamaiquina -¡fue bailarina de ballet- y su papá suizo. ¡Una combinación genética explosiva!

por Sissi Ciosescu

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