Thursday 28 de March, 2024

RESTAURANTES | 04-05-2012 13:45

La perla del Oriente

“Sarkis”. Thames 1101 esq. Jofré. 4772-4911. Cocina de Oriente medio (árabe, armenia, etc.) lunes a domingos de 12 a 15 y de 20 a 1. Reservas. Comida para llevar. $ 80/100. Efectivo.

Una tarde melancólica y solitaria me hizo recordar una canción de Rubén Blades, quien la canta en la película “Chinese Box” y comienza así: “Hay un lugar, según me dijeron/ Con calles pavimentadas con oro/ y está justo pasando la frontera”. Claro está que después abandona la idea de iniciar el camino: todo muy melancólico, sin duda, pero real al fin… La inquietud pudo más y crucé la calle para llegar a “Sarkis”, pensando que podía palear la melancolía con un keppe crudo, el tabule, el pollo a la libanesa, la musaka, el boerek de queso y ricota, o bien un fakta al fierrito o de cordero… Y al final algo dulce triunfó: el kadaif de nueces curó la melancolía. En realidad, comer o beber algo que sea de su gusto puede considerarse adecuado para calmar tanto depresiones como broncas.

Y parecería que la delicada cocina del lugar tiene ese don, que no es poco. Como entradas, los clásicos Keppe crudos, el tradicional hummus, el puré de berenjenas y de remolacha acompañados del típico pan árabe. Los variados keppe cocidos, el labán, los sesos a la provenzal, la delicada sumatra, la ensalada Belén, impredecibles pero sorprendentes como el Yayik o la variedad de hojas de parra o de repollo rellenas, también berenjenas morrones, tripa, etc., el sorpresivo mante con mazun, los clásicos boios de queso y ricota o carne y verdura, los arroces marroquí, persa, con habas al verdeo y pilaf con pollo y la gran variedad de carnes al popular fierrito (¡también en su forma vegetariana!) que abren la hora de las carnes, o el keppe a la parrilla, el pantagruélico “cordero completo” (con ensalada griega va muy bien), y finalmente los dulces orientales y occidentales y también caseros, la inesperada “copa Sarkis” o la de limón y champagne.

La esquina del barrio de Almagro no puede ser más característica, con gente siempre esperando afuera y las sillas de caña –elegidas hace 30 años por Sarkis cuando creó el restaurante y sus hijos decidieron seguir usándolas– ya se transformaron en “sello tradicional”, junto al ambiente relajado de barrio, casi como un club social donde todos se conocen y saludan, comparten la amistad en un clima sencillo. Ver en la borra del café los designios del destino, es otro atractivo para quienes tienen esa inquietud... y se atreven.

por Fernando Vidal Buzzi

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