Reconocida mundialmente por sus puestas teatrales, la Fura dels Baus lleva años transitando por el terreno de la ópera. Con un notable dominio del equilibrio entre la dinámica dramática y el desarrollo musical, sus puestas suelen sorprender por su originalidad y por su visión innovadora.
Valentina Carrasco y Alex Ollé, los responsables de la puesta de este estreno argentino de Edipo, la ópera de George Enescu basada en Sófocles, aprovecharon la variedad de imágenes, personajes, episodios y símbolos presentes en la obra para concretar una concepción escénica impactante. Desde el comienzo, con el coro distribuido en una estructura de cuatro niveles y con la escena teñida de un tono terroso, la idea del barro que todo lo cubre, como metáfora del destino inexorable que persigue a Edipo, estará siempre presente. Recién antes de morir, en el último acto, Edipo podrá deshacerse de ese barro bajo una lluvia purificadora. Con ese elemento unificador y con la implementación de algunas ideas magníficamente resueltas, las escenas se suceden sin que jamás disminuya la intensidad dramática. Así aparecen auténticos hallazgos, como el diálogo entre Edipo y Mérope planteado como una sesión de psicoanálisis, o la Esfinge recreada como una mujer al mando de un avión de la Alemania nazi.
Entre los cantantes, Robert Bork fue un Creonte de fuerte presencia y voz imponente, Natasha Petrinsky aportó sensibilidad a su Yocasta y Guadalupe Barrientos descolló como la Esfinge. En el rol protagónico, Andrew Schroeder logró un retrato conmovedor, pese a su escaso caudal vocal. El coro tuvo un gran desempeño, y la orquesta, dirigida por Ira Levin, desplegó magistralmente las sutilezas sonoras de Enescu.
por Margarita Zelarayán
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