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SHOWBIZ | 01-07-2012 01:06

Quereme así, piantao'

A veinte años de la muerte de Astor Piazzolla, su "Balada para un loco" sigue emocionando como el primer día.

A propósito del lanzamiento del Año Piazzolla, Ricardo Saltón -crítico de música de NOTICIAS- hizo, en la última edición de la revista, una detallada semblanza de vida, obra e implicancias culturales de Astor Piazzolla, quizás el compositor más audaz de la historia a la hora de renovar el tango y llevarlo un poco más allá de sus propios límites. Genial artesano de las melodías, brillante a la hora de generar climas, no tuvo nunca sin embargo el don de la poesía. Las letras eran, en todo caso, responsabilidad de otros, igualmente geniales, con Horacio Ferrer entre los que hicieron las contribuciones más significativas a su obra.

La "Balada para un loco" (música de Piazzolla, letra de Ferrer, por supuesto) fue estrenada en noviembre de 1969, en el Luna Park, en el marco del Festival de Buenos Aires de la Canción y la Danza, cantada por Amelita Baltar. Su estructura dispar, quebrada -como si estuviera formada por tres movimientos distintos- dividió las aguas entre puristas y renovadores del género. Dice la leyenda, inclusive, que una jugada sucia acabó robándole el premio mayor del concurso; aunque el lanzamiento discográfico fuera luego un éxito.

La canción está inspirada en la película "Rey por Inconveniencia" (Philippe de Broca, 1966), que relata como, tras la Segunda Guerra, un manicomio es abandonado, dejando todo un pueblo en manos de los locos. Muchos han visto a la "Balada para un loco" -y la leen así aún- como una apología de cierto espíritu bohemio, de una locura "linda", de una locura "pasional"; como una invitación abierta a desplegar las alas y volar.

Uno de los cantantes-fetiche de Piazzolla fue José Angel Trelles, que formó parte de su octeto en la década del '70 e inclusive estuvo de gira con él por Europa. De todas las versiones de la "Balada para un loco", la de Trelles es tan contundente como querible y deja, desde el primer recitado, el inconfundible aroma de los azahares del frutero de la esquina y semáforos con tres luces celestes; para terminar con un ruego que es, a la larga, el de todo "loco lindo":

Quereme así, piantao'

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