Una sola vez llamó “mamita” a su interlocutora. Tampoco hizo chistes ni se rió demasiado. Quizás uno espera que alguien que vivió del humor durante tres décadas desborde de alegría a cada paso. Sin embargo, Guillermo Francella es un señor divertido, pero más bien formal. Agradable, muy correcto, nada creído, tiene la virtud de parecer un hombre común a pesar de su enorme popularidad.
Un señor formal que usa ropa elegante, zapatos italianos y maneja un auto alemán. Que juega al golf, tiene casa en un country y prefiere los buenos restaurantes italianos. Un “tano visceral” que ama sus raíces, la familia que construyó con María Inés Breña y con sus hijos, Nicolás (21) y Johana (18), su trabajo de actor y su entrañable Racing Club.
En los últimos años dejó un lugar cómodo y seguro en pos de su deseo de transitar otros caminos. Es un artista que todavía se ilusiona con la respuesta del público, como acaba de sucederle con el reciente estreno de “¡Atraco!”, la película que filmó en España junto a Nicolás Cabré, Daniel Fanego y elenco español bajo la dirección de Eduard Cortés.
Noticias: En los últimos años hubo un cambio en su carrera. ¿Qué lo llevó a dejar el éxito seguro y asumir nuevos desafíos?
Guillermo Francella: Tenía muchas ganas de transitar otros contenidos, con otro sustento. Fui muy feliz haciendo películas industriales, para chicos, y distintos programas que me fascinaron, pero en la última década tuve el deseo de hacer roles nuevos. Y empezó una seguidilla de propuestas muy interesantes. Desde comedias musicales, algo que nunca había hecho, hasta una película en México –“Rudo y Cursi” de Alfonso Cuarón–, donde tuve que hacer un casting como en mi época de adolescente.
Noticias: ¿Le molestó hacer casting a esta altura de su carrera?
Francella: No, al contrario, me llevé mi ropa, mi letra sabida, fui metido en el personaje y me seleccionaron. Después tuve la dicha de trabajar con (Juan José) Campanella en “El secreto de sus ojos,” que fue un sueño para mí. Luego hice “Los Marziano”, de Ana Katz, y ahora “¡Atraco!”. Lo mismo me pasó en televisión con “El hombre de tu vida” y también con “Casado con hijos”. Todos roles diferentes, que me gustaron muchísimo.
Noticias: ¿Por qué eligió participar en “¡Atraco!”?
Francella: Me encantó el libro. Es una historia basada en hechos reales ocurridos en Madrid en 1956, un asalto a una joyería de la Gran Vía, a mano de dos supuestos ladrones argentinos que se llevaron un botín valuado en millones y donde estuvieron involucradas las joyas de Eva Perón. Me interesó mucho la intensidad del guión y la idea de producción. Es un policial filmado en España con dosis de humor, suspenso, drama, acción, romance y cuestiones del peronismo también. Estoy con muchas expectativas, siento que a la gente le va a gustar, es muy diferente de todo lo que hice.
Noticias: ¿Cree que ahora lo consideran mejor actor?
Francella: Siempre gocé del respeto de la prensa y tuve comentarios interesantes sobre mis trabajos, pero cuestionaban algunos productos que yo hacía. Ahora recibo también buenos comentarios sobre los contenidos.
Noticias: ¿Y usted cómo se ve?
Francella: Yo me sentí pleno en cada etapa y nunca hice nada de taquito. Siempre trabajé con mucha intensidad, observación y dedicación. Siempre le puse el alma a cada cosa y la respuesta del público fue masiva desde hace tres décadas. Ahora me siento muy feliz como actor porque estos textos nuevos tienen una profundidad que yo deseaba.
Noticias: ¿El éxito condiciona?
Francella: A mí no tanto. Condiciona cuando alguien dice: “No toquemos nada porque nos va bien”. Yo a veces elegí encasillarme porque me iba fantástico, pero después tenía ganas de que me pasara otra cosa. Y pude demostrar que con otro tipo de propuestas también se puede tener un gran éxito.
Noticias: ¿Y qué dimensión real tienen el éxito y el fracaso para usted?
Francella: Te confieso que antes me desbordaba un poco el resultado de mi trabajo. A veces me enojaba conmigo, porque me cambiaba el ánimo si las cosas no eran tan brillantes. No me gustaba verme en mi bajón porque, además, me duraba más que el estado de euforia. Gracias a Dios no tuve tanto fracaso, pero de tenerlo ahora lo recibiría de otro modo. Estoy más maduro y menos impulsivo, aunque sigo siendo un tano visceral. Pero los años y la paternidad me dieron más aplomo, reflexión y serenidad.
Lea la entrevista completa en la edición impresa de la revista.
por Cecilia Escola
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