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SOCIEDAD | 06-08-2012 21:08

El exclusivo circuito de los famosos en Miami

Las celebridades encabezan la reconquista de Florida. Shopping, restós y hoteles favoritos. El "deme dos", ahora con tarjeta. Fotogalería Vip.

Miami ha sido reconquistada por los argentinos. A pesar de las restricciones al dólar impuestas en nuestro país, este lugar paradisíaco, típico por su combo de playas y alto consumo volvió a renacer para los contingentes llegados del sur: con precios competitivos y gastos con tarjeta que se saldan a un dólar oficial. Una reedición glamorosa del “deme dos” de los '80.

Celebrities como Marcelo Tinelli, Susana Giménez, Moria Casán, Lionel Messi y Mirtha Legrand lo eligen como lugar de descanso. Es la Punta del Este del invierno. Cumplen a rajatabla el ritual de un circuito top que incluye restós, hoteles con spa y shopping de marcas premium en la exclusiva zona de Bal Harbour. A escasas ocho horas de vuelo desde Buenos Aires, Miami ofrece una fórmula extraordinaria: combina la moda top propia de París o New York, con playas casi caribeñas y hoteles de diseño chic con camareros que hablan español. Todo a un lado y otro de la Collins Avenue que cruza South Beach. Es una de las ciudades con mayor oferta gastronómica.

Sin embargo, a 7.000 kilómetros de sus oficinas de Ideas del Sur, Marcelo Tinelli llegó a Miami para pedir parrillada argentina. El 20 de julio, el conductor, recién separado de Sol Calabró, hizo cerrar el restaurante Baires Grill para celebrar el día del amigo con un grupo de ochenta personas.

La elección del restaurante no sorprende. Baires Grill, ubicado sobre la coqueta Lincoln Road, es el destino obligado para los famosos argentinos que visitan la ciudad. Susana Giménez es habitué del lugar, Carlos Tevez comió allí en su visita de junio a Miami, y hasta trascendió que Lionel Messi había reservado mesa para festejar allí su último cumpleaños, aunque a último momento tuvo que cambiar de planes debido al acoso de sus fans.

En todo caso, Baires Grill no es ningún parrillón rutero: ostenta en su carta una hamburguesa de carne Wagyu, una raza de vaca japonesa que puede cotizar hasta 150 dólares el medio kilo. Sin embargo, la comitiva Tinelli no se anduvo con exotismos en el menú. La entraña con cuero a 39 dólares y una selección de malbec argentino –con un Catena Zapata a 192 dólares la botella– fueron parte fuerte de la mesa.

Palacios. Desde hace dos años, Tinelli se hospeda el hotel W South Beach, al 2200 de la Collins Avenue. Antes, prefería el más tradicional Delano, también sobre esa avenida, decorado por Phillippe Starck, a cargo también de la estética del Faena en Buenos Aires. Pero el W, que tuvo entre sus huéspedes ilustres a Bono, Tom Cruise y Cameron Díaz, es una nueva estrella en el universo exclusivo y se destaca por su nivel sofisticado.

Con 408 habitaciones y un rango de precios de entre 400 y 5.600 dólares la noche, ofrece todo lo que un bolsillo VIP puede desear: sábanas de puro algodón egipcio, interiores de mármol, bronce y cuero y tres restaurantes con “dress code” riguroso como Mr. Chow, especializado en comida china, donde Susana también cenó en el 2010. Si bien se puede alquilar un gazebo junto a la pileta gigante, con servicio de champagne y tragos de autor como el martini de blueberry y açaí –una baya brasileña muy de moda–, Tinelli prefiere la playa privada del hotel para sus sesiones de bronceado.

Tener domicilio en el W también es posible: su sistema de condominios es muy requerido en el mercado inmobiliario de Miami y llega a una cotización estimada en los 17.000 dólares el metro cuadrado.

También sobre Collins Avenue, pero escapándole a la congestión de South Beach, otro megahotel es el preferido de famosos como Mirtha Legrand y Lionel Messi: el One Bal Harbour Resort & Spa –con un look menos estridente y cuatro millones de dólares de arte moderno decorando sus paredes– ofrece la chance de vivir como un semidiós si la tarjeta de crédito resiste. En su piso 18, la exclusivísima Penthouse Suite de seis ambientes cuesta 4.165 dólares la noche y lo tiene todo: parquet de caoba, cine privado para seis personas, un piano de cola y probablemente la mejor vista al mar de todo Miami. Su spa de 930 metros cuadrados es descomunal. Y al igual que el W, las habitaciones del One también están a la venta.

Mirtha eligió este hotel en el 2009 para visitar Miami mientras su hija Marcela y sus nietos Juana y Nacho se quedaban en un departamento que la diva le regaló a su familia en la ciudad. Pero Messi este año redobló la apuesta: en junio, de gira con sus amigos para festejar su cumpleaños, habría reservado más de 60 habitaciones en este lugar para una estadía de cinco días. La factura total: cercana a los 200.000 dólares. El Sea View, otro hotel sobre Collins Avenue, es una opción más tradicional con suites que cuestan 550 dólares la noche.

Susana Giménez conoce como pocas Collins Avenue, pero en sus viajes a Miami prefiere dormir un poco más lejos. Su actual residencia, tras años de vivir en Fisher Island, está en el área de Venetian Island, un tanto alejada de South Beach. Los vecinos de la diva son Luis Miguel y Ricky Martin, por ejemplo. En Venetian Island, Susana estaciona una máquina de lujo: su Rolls Royce Corniche 2.000, que tiene un valor estimado de 350.000 dólares y es el auto exquisito con el que elige pasearse por Miami. Tanto Susana como Mirtha, Tinelli o Tevez no pierden la oportunidad, al llegar a la ciudad, de hacer compras en el Bal Harbour Shops, un shopping a cielo abierto en el distrito de moda consagrado al consumo top.

Gastar, gastar. El Bal Harbour Shops es una idea al menos práctica. En más de 46.000 metros cuadrados de superficie, están reunidas todas las etiquetas de lujo: Chanel, Gucci, Prada, Marc Jacobs, Harry Winston con sus joyas de diamantes que pueden ascender a 150.000 dólares o Agent Provocateur, la lencería favorita de Charlotte Caniggia. Todos juntos. En New York, a excepción de megatiendas multimarca como Saks o Bergdorf-Goodman, esto no pasa. Todas estas marcas están repartidas a través de distritos como el SoHo o Chelsea, con algunos kilómetros de diferencia entre sí. Y con el denso tráfico neoyorquino, una limousine con chofer sería una experiencia tortuosa. Moria Casán resume: “En Bal Harbour es fácil y está todo junto”.

Moria prefiere los vestidos entallados de Hervé Leger, que pueden costar 2.500 dólares. Susana, por su parte, es abonada al local de su amigo Roberto Cavalli, con sus extravagantes estampados en seda a poco más de 2.000 dólares. Las vendedoras de Gucci, entre cartera y cartera, tuvieron que darle papilla en la boca a Paul e Isabella, los mellizos de Flor de la V.

La oferta gastronómica allí es variada y con aire europeo, aunque para los argentinos hay uno que sobresale: el bistró Carpaccio, con su atmósfera italiana y su carpaccio de la casa con rúcula y parmesano a 15 dólares. Fue el elegido de Tinelli y Tevez. La Goulue es otra opción, clásicamente parisino, con foie gras con higos a 39 dólares. Y para Bal Harbour Shops, el negocio está muy en forma a pesar de la crisis americana: según el sitio oficial, su ejercicio 2011 reportó una facturación neta de 1.153 millones de dólares.

Algunos sostienen que en las últimas décadas Miami perdió el esplendor que tenía en la década de los '90 cuando políticos menemistas, famosos y sindicalistas encontraban allí un ícono de exhibicionismo, amparados por la convertibilidad. “En los '90, Miami era colosal” evoca Moria. Aunque ella sigue siendo fiel a la ciudad, con espíritu argentino crítico aventura que: “Para mí, Miami ya fue”. Moria visita la ciudad cada año, para hospedarse en casa de amigos. Y ni el esplendor supuestamente perdido ni el precio inestable del dólar –en un modelo local que favorece al turista de lujo y perjudica al ahorrista– frenan la avanzada: según datos oficiales, 418.000 argentinos visitaron Miami el año pasado, casi un 10 por ciento más que en el 2010. Tal vez sea una cuestión de nostalgia. O de que los argentinos sienten que tocan aquí el glamour con las manos.

por Federico Fahsbender

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