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CLáSICA | 10-08-2012 15:08

Impactante virtuosismo y talento

Concierto del pianista Horacio Lavandera, con obras de Debussy, Gershwin, Falla y Ginastera. Festivales Musicales de Buenos Aires, 6to. concierto. Teatro Colón.

El joven y brillante pianista argentino Horacio Lavandera ofreció un compacto y complejo programa, integrado por obras de principios del siglo XX: la más antigua fue la “Suite bergamasque”, que Claude Debussy comenzó en 1890 y publicó en 1905, y la más reciente, las “Danzas argentinas Op. 2” de Alberto Ginastera (1937). El concierto fue a la vez compacto por la trama de relaciones de época entre las obras incluidas, y complejo por la variedad de lenguajes que debió abordar.

Por una parte con “Images I y II” (1905/7) nos internamos en el nuevo y rico idioma creado por Debussy, hecho más de texturas que de líneas melódicas, que diluye las formas en pos de crear imágenes sonoras. Del mismo carácter anguloso, acórdico, fuertemente rítmico, es la “Fantasía Baetica” (1919) de Falla. La dificultad de estas obras fue sorteada con impecable técnica y gran musicalidad por Lavandera. El resto del programa representó otro lenguaje. El Debussy de la suite presenta aún resabios del romanticismo, y en las demás obras la influencia de las músicas populares da lugar al melodismo.

En los “Tres preludios” de Gershwin (sobre motivos de blues y jazz), las dos danzas de “El amor brujo” de Manuel de Falla y las “Danzas argentinas Op. 2” de Ginastera, Lavandera manejó con exquisita sabiduría los matices de cada lenguaje nacional. Su musicalidad y buen gusto, así como su solvencia técnica e inteligencia al abordar todo el programa, nos condujo a una placentera audición de versiones que fueron a la vez personales, frescas, y ceñidas al canon establecido por la tradición académica.

La rotura de una cuerda del piano sobre el final de la impetuosa “Fantasía Baetica” de Falla, hizo que Lavandera decidiera suspender, a pocos compases de comenzada, la “Danza de la moza donosa” de Ginastera (su delicada melodía debía pasar sobre esa nota “sucia”).

Siguió directamente con el número final, la “Danza del gaucho matrero” (malambo incluido), más impetuosa y abigarrada. El público le brindó al joven maestro una cálida y entusiasta recepción. Lavandera se mostró simpático; un poco reticente para abordar un bis, a causa de la avería del piano, aunque finalmente tocó, fuera de programa, “Levante” de Osvaldo Golijov, una pieza de aire popular latinoamericano en versión virtuosística.

por Omar García Brunelli

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