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EDITORIAL | 25-09-2012 14:15

Tapas incómodas

La revista brasileña Veja se animó a meterse con Lula, denunciando un tema tabú: su rol en la red de corrupción estatal.

Si hay un líder mundial que parece no sufrir sobre su reputación los daños que está causando la larga crisis mundial, ese es Luiz Inácio “Lula” da Silva. Luego de dos mandatos, se fue con un récord de popularidad que le permitió designar a su sucesora, Dilma Rousseff. Pasó de ser un jefe sindical que no podía ganar las presidenciales a un presidente aplaudido por la clase media y el establishment, que además le reconocen haber encontrado un camino equilibrado para el crecimiento social y el clima de negocios en Brasil. Rostro de la nueva potencia global, Lula es respetado por los líderes europeos y norteamericanos, pero también por los mandamases del neopopulismo latinoamericano.

Y encima, se le plantó al cáncer con una combinación de dignidad y transparencia informativa envidiables. En resumen, Lula es casi un intocable para la opinión pública. Sin embargo, desafiando ese tabú múltiple que blinda al ex mandatario brasileño, el influyente semanario Veja se animó a poner en tapa la sospecha que nadie quiere escuchar: un arrepentido del megaescándalo de corrupción conocido como “mensalao” habría dicho que Lula era precisamente el jefe de la red de compra de votos en el Congreso brasileño. La denuncia de Veja tronó como una bomba nuclear. Fue un escándalo sobre el escándalo.

Cada vez que aparece una tapa así, parece que es la primera. Pero no: se trata de la osadía necesaria y hasta obligatoria que define el estilo y la misión social de las grandes newsmagazines del planeta. También la alemana Der Spiegel, o la británica The Economist, y en menor medida las revistas norteamericanas deciden cruzar la frontera de lo políticamente correcto en varias de sus tapas, al cabo de los años. A veces con revelaciones informativas, otras veces con miradas quirúrgicas y sin eufemismos. No se trata de sumar amigos, ni lectores, y a veces ni siquiera prestigio: correr los límites o, como dicen los anglosajones, salir de la zona de confort es simplemente su razón de ser. Las últimas dos tapas de NOTICIAS, que irritaron a tantos argentinos, son hijas de ese mismo espíritu: entender, aunque duela.

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