Las ideas de Teresa Duggan (extravagantes algunas) y su talento creativo, sumado a una sólida cultura, le facilitan la construcción de obras de danza que son la resultante no sólo de esa vastedad cultural, sino también de las inquietudes que conciernen al arte del movimiento. Se despega así la coreógrafa de esa tendencia autoritaria que pretende eliminar al mínimo el movimiento.
Esta vez, el tema ha sido la evolución del insecto lepidóptero, que recibe el nombre de “mariposa” en su fase adulta. Las características de esta especie, su supervivencia, su fase de oruga, son descriptivamente relatados en una cinta grabada y a viva voz en el escenario, y reafirman las alusiones de la Duggan.
Iniciada la obra, la danza es el elemento preponderante y aparece siempre en vinculación con la temática, con la historia y la revelación de aquella norteamericana imbricada en espectáculos de iluminación y manipulación de chales y velos diáfanos: La Loïe Füller, en la "Danza des Papillons". Y también la de las "Serpentinas". Finalmente, sobreviene el misterioso expresionismo de las máscaras blancas que acompaña a la Duggan en movimientos refinados y decididamente ralentados; una actuación extraordinaria, de la que emerge su cultivada vis teatral.
por Enrique Honorio Destaville
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