Sol Gabetta es la chelista más aclamada de su generación y una de las grandes estrellas del panorama musical internacional. Nacida en Córdoba, se radicó en Europa siendo niña, y allí comenzó una trayectoria colmada de logros y reconocimientos. Aunque realizó algunas presentaciones en la Argentina, hacía casi dos décadas que no actuaba en el Colón.
La propuesta de un recital de chelo y piano no es sencilla para el público. Esa combinación de instrumentos no deja lugar para la pirotecnia ni para grandes despliegues de virtuosismo. Y, en este caso, Sol y el notable pianista Bertrand Chamayou plantearon una atmósfera íntima desde el primer instante. Las obras elegidas contribuyeron a realzar ese clima introspectivo, en especial la Sonata de Claude Debussy, que abrió el concierto. Aunque se percibieron algunos desajustes en el equilibrio entre los instrumentos, la obra permitió apreciar el sonido profundo y aterciopelado que logra Sol con su chelo.
En la Sonata de César Franck, original para violín y piano, ambos intérpretes dieron rienda suelta a su capacidad comunicativa, alcanzando una impecable cohesión sonora y expresiva. Pero el momento más atractivo llegó con la vibrante lectura que Sol y Bertrand brindaron de la Sonata de Shostakovich, donde la chelista volvió a deslumbrar con su técnica apabullante, su afinación impecable y su impetuoso carácter.
El programa se completó con “Le grand tango” de Piazzolla, y, ante los aplausos, brindaron tres piezas más: “Plegaria” de Bloch, el final de la Pampeana N° 2 de Ginastera, y una exquisita versión de “Oblivion” de Piazzolla.
por Margarita Zelarayán
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