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CIENCIA | 19-10-2012 13:08

¿Los seres humanos son violentos?

Las obras literarias pueden, dice una teoría, explicar la brutalidad de las personas.

El estadounidense Jonathan Gottschall, de 39 años, es un exponente de los neodarwinistas que buscan explicar el comportamiento humano a través de la teoría de la evolución de Charles Darwin. Profesor de literatura inglesa de la Universidad Washington y Jefferson, autor de seis libros, Gottschall es defensor de una tesis que asegura que las obras de ficción, sean tragedias griegas o cuentos de hadas, también definen las estrategias evolutivas de la especie humana.

Su obra más reciente, “Narraciones animales: cómo las historias nos hacen humanos”, condensa estas ideas. Gottschall ve en la modernidad la obsesión por alcanzar la grandeza por medio de la aventura y por el enfrentamiento violento de las adversidades. Todas estas características están patentes (dicen Gottschall) en Ulises, el héroe de La Iliada, el más antiguo poema occidental, escrito en el siglo VIII antes de Cristo por el griego Homero. Desde hace un año y medio, Gottschall practica artes marciales mixtas (o MMA, deporte de combate que incorpora técnicas y tácticas de diferentes artes marciales), y va a contar su experiencia en un libro, en el que hablará de cuáles son los motivos que llevan a los hombres a pelear cuerpo a cuerpo y a deleitarse con la sangre.

Periodista: ¿Cómo puede la ficción ayudar al desarrollo y al bienestar psicológico de las personas?

Jonathan Gottschall: Hay dos teorías fundamentales que relacionan narrativa con evolución. Una de ellas considera al acto de crear y contar historias un subproducto evolutivo, que va en paralelo con el desarrollo de la inteligencia humana. La otra, más aceptada, es de que las historias funcionan como simuladores de vuelo que preparan a los pilotos en tierra para enfrentar condiciones adversas reales en el aire. Ellas brindan pistas sobre cuál es la mejor manera de actuar en diversas situaciones. Las historias parecen muy diferentes unas de las otras, pero en realidad poseen una estructura similar. Hay siempre un personaje, un problema y un esfuerzo por superar esa dificultad. No importa el género (tragedia, acción, humor o romance), todas las historias giran en torno del mismo eje. Inclusive las espontáneas, como las inventadas por los niños o los sueños, que son historias contadas a nosotros mismos por nuestro cerebro. Las narraciones infantiles nos permiten encontrar elementos para comprobar que las historias no son solo producto de la cultura y el aprendizaje. En todos los lugares del mundo, tanto en sociedades tribales como en países desarrollados, los chicos de entre 4 y 8 años pasan la mayor parte del tiempo de vigilia en un mundo imaginario, poniendo a prueba sus posibilidades a partir de enredos, con héroes y princesas. Para los pequeños, esto es tan natural como respirar. No es algo que se enseña. Es biológico.

Periodista: ¿Las obras de ficción pueden realmente cambiar los comportamientos y las percepciones?

Gottschall: Ya se hicieron diversos estudios sobre el poder de la ficción en las actitudes y en los comportamientos de las personas. Esas investigaciones evalúan las percepciones de participantes que están en contra y a favor de una causa polémica, como el aborto o la pena de muerte. Los dos grupos leen textos de ficción y no ficción sobre un mismo asunto y con contenido similar. En la mayoría de los estudios, las personas que leen textos de ficción cambian de opinión con mucha más facilidad que las expuestas a historias reales. Absortos en historias ficticias, los individuos tienden a bajar la guardia, dejan sus preconceptos de lado. Se colocan en el papel del personaje principal y vivencian sus dramas y problemas. Un ejemplo reciente ocurrió en los Estados Unidos.

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por Gabriela Carelli

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