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PERSONAJES | 19-10-2012 14:15

“Nos ganaron un poco el cinismo y la ironía”

Fue un swinger en el film “Dos más dos”, un cura en “El cielo elegido” y es un psiquiatra en “Tiempos compulsivos”. Laura, el amor.

En tiempos donde muchos se convierten en personajes mediáticos de la noche a la mañana y donde el talento y la formación no son precisamente sus mayores méritos, encontrar un actor bien formado, con perfil bajo y reconocido por sus trabajos en cine, teatro y televisión, es cuanto menos interesante. De madre socióloga y padre matemático, Juan Minujín eligió el camino de la actuación en su adolescencia y no lo abandonó más. Hoy sigue profesando el mismo entusiasmo y tiene un presente auspicioso. Este año protagonizó “Dos más dos”, la exitosa película de Diego Kaplan sobre el mundo swinger, donde compartió cartel con Adrián Suar, Carla Peterson y Julieta Díaz. Y acaba de estrenarse “El cielo elegido”, un film de Víctor González, en el que interpretó a un cura en conflictos con la fe. También protagonizó el video “La vuelta al mundo”, de Juan José Campanella para el grupo Calle 13, y todas las semanas asume el rol de psiquiatra en “Tiempos compulsivos”, el unitario de Pol-Ka, con libros de Javier Daulte. Además, es un feliz hombre de familia, está casado con una psicóloga y es padre de Amanda (6) y Carmela (2).

Noticias: Hijo de madre socióloga y padre matemático, y se decidió por la actuación. ¿Recuerda por qué quiso ser actor?

Juan Minujín: No sé muy bien, pero sí me acuerdo de algunos hechos puntuales. Por ejemplo, cuando mi mamá me llevó a ver “Postales argentinas”, de Ricardo Bartís, que fue la primera obra para adultos que vi. Yo tendría 14 años y me volví loco, le pedí que me llevara de nuevo y fui como tres veces más. Después le dije que tenía ganas de ir a teatro y ella lo llamó a Bartís, que no daba clases para adolescentes pero que le recomendó a Cristina Banegas. Ahí desembarqué y con los años estudié también con otros maestros, incluso teatro físico, clown y danza en Londres, donde estuve viviendo. Quizás un punto de inflexión fue a los 18 cuando hice mi primera obra, ahí ya sentía que estaba trabajando como actor. En realidad, nunca trabajé de otra cosa y siempre tuve mucho de autogestión en mi carrera.

Noticias: En el último año ha protagonizado productos exitosos y es reconocido por sus trabajos. ¿Cómo vive esa exposición?

Minujín: Bien, pero tampoco me la creo. La popularidad es parte de esta profesión y también es algo muy fluctuante. Este año estoy en proyectos con mucha exposición, la película con Suar, la tele, el teatro La Plaza, lo de Campanella, pero eso no implica que me tome el trabajo de una manera distinta de que si lo vieran 60 personas.

Noticias: En sus últimos dos protagónicos en cine le tocó interpretar a un swinger y a un cura. Interesante polaridad, ¿no?

Minujín: En realidad, “El cielo elegido” la filmé hace seis años y un poco azarosamente se estrenó ahora. Para mí es interesante poder ver un trabajo que hice hace tanto tiempo, porque me permite analizar con distancia las elecciones que tomé como actor en ese momento, cómo resolví tal o cual escena, y me doy cuenta de que ahora quizás encarnaría el personaje del cura de otra manera. De todos modos, para mí fue una experiencia buenísima, aprendí mucho.

Noticias: ¿Y cómo se lleva con la religión? ¿Es un hombre de fe?

Minujín: No tengo una formación religiosa y, además, la familia de mi papá es judía y la de mi mamá rusa, que es un desprendimiento de los musulmanes, con lo cual no tengo nada cercano al catolicismo o al cristianismo. Soy ateo, pero sí creo en la espiritualidad y en ciertos valores para vivir y educar a mis hijas. Tengo convicciones de vida y convicciones políticas también, que tienen más que ver más con una ética que con cuestiones partidarias.

Noticias: Siendo ateo debe haber sido interesante interpretar un cura.

Minujín: Sí, fue interesante porque era algo que estaba muy lejos de mi comprensión. Fuimos un par de días a un seminario y tuve que entrar en un mundo desconocido. Quise compartir algo de la cotidianidad de los seminaristas, los entrevisté, charlé con ellos, compartí la comida, miré tele, y pude comprobar que es un mundo cerrado. Me sorprendió la vocación religiosa pura que tenían y todavía hoy me sorprende algo así, porque de verdad tenían vocación de ayudar y de creer mucho en algo. Yo no puedo dejar de verlo como algo un poco naif y, a la vez, me parece un poco triste verlo solo desde ese punto de vista. Siento que el cinismo y la ironía nos ganó un poco a todos y cuando uno se encuentra con gente así, donde el ego está desplazado a otro lugar, es interesante, sobre todo para un actor, que es la exacerbación del ego, en algunos casos a niveles absurdos.

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por Cecilia Escola

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