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ARTE | 02-11-2012 13:21

Irrupción Boltanski

“Boltanski Buenos Aires”. Museo Hotel de Inmigrantes, Puerto Madero. Muntref, Caseros. Tecnópolis, Villa Martelli. Ex Biblioteca Nacional, San Telmo. Gratis, al 16/12.

Sofía M. era niña cuando llegó al Hotel de Inmigrantes con su familia en 1939. Ahora, más de 70 años después, mientras recorre junto a NOTICIAS la obra de Christian Boltanski (París, 1944), allí emplazada, afirma que le emociona más la idea del lugar antes que el lugar mismo, que la moviliza la noción de la exhibición antes que la exhibición misma. El espacio es complicado, está poblado de fantasmas tal como se percibió en el 2005, cuando el programa Estudio Abierto habilitó allí el ingreso del arte, con obras y estruendosos vacíos alusivos a sucesivas olas inmigratorias.

Presentada en el Museo Hotel de Inmigrantes, una de las cuatro muestras simultáneas del artista francés en Buenos Aires permite conocer algunas de sus sensibles obras, como la instalación sonora con 200 voces de inmigrantes que se escuchan entreveradas en el gigantesco pasillo del tercer piso, rodeado de la niebla de la incertidumbre, del recuerdo que se escapa. Ojos, teatro de sombras, ropa, flores en descomposición (por los que murieron, por los que morirán), integran “Migrantes”, cuya pieza más conmovedora es un dormitorio repleto de modestas camas, vacías y cubiertas con plástico, como ataúdes transparentes; la vida está en las luces, en un cartel luminoso de bienvenida (Av. Antártida Argentina 1201; entrada por Escuela de Ciencias del Mar-Apostadero naval; martes a domingos de 12 a 20).

En el inicio de su trayectoria, el muy reconocido Boltanski fue tras las huellas de su propia biografía y luego derivó a lo colectivo. Su obra interroga la historia contemporánea, trabaja el concepto de serie y archivo, se preocupa por la memoria y el presente; representó a Francia en la Bienal de Venecia 2011. El proyecto “Boltanski Buenos Aires”, que permite al gran público descubrir al notable artista, se despliega en sedes distintas con curaduría de Diana Weschler; es impulsado y financiado por la Universidad de Tres de Febrero, que en adelante se hará cargo de los contenidos del Museo Hotel de los Inmigrantes.

La presencia de la ausencia, la que ya es y la que será, envuelve a la mayoría de sus obras, como las autobiográficas instaladas en Muntref. Los “Monumentos” con cajas de metal, fotografías y lámparas eléctricas, recuerdan la historia familiar, incluso con víctimas de la Shoá (de parte de su padre). Presenta la instalación “Mon coeur” (Mi corazón), un ámbito con espejos negros y una desnuda lamparita que titila al ritmo de “su” corazón. Luego, se ofrece la interactiva “6 de septiembre”, fecha del nacimiento del artista, con proyecciones de noticieros de ese día, cuyas imágenes el observador puede detener, mirar en detalle (Valentín Gómez 4838; lunes a domingos de 12 a 20).

En Tecnópolis, desde el mes de julio, también se desarrolla “Archivos del corazón”. Es un trabajo en progreso que consiste en la donación de parte de los espectadores de sus latidos, registrados en unos estudios, con sala de espera y todo, montados con tal propósito. Los donantes reciben a cambio un CD con sus latidos, mientras que al fin del proyecto, los latidos grabados serán enviados a una isla en Japón donde Boltanski los guarda como “un reservorio mundial” de latidos. ¿Tiene sentido?

Los libros voladores de “Flying books / Homenaje a Borges” habitan la sala circular de la ex Biblioteca Nacional –hoy Centro Nacional de la Música– que se utiliza para los ensayos del ballet folklórico. Unos 600 libros penden de lo alto mientras varios ventiladores mueven las hojas y acunan los volúmenes que, ausentes de los anaqueles aún a la vista, vuelven a la vida con ese sutil movimiento, con la magia del artista. Lástima, el despacho que fuera de Borges no puede visitarse; está cerrado (México 564; martes a domingos de 10 a 13 y de 16 a 20).

por Victoria Verlichak

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