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SHOWBIZ | 02-11-2012 12:19

James Bond, 50 años de secretos

La fórmula detrás de un fenómeno multimillonario que mantiene la vigencia tras medio siglo de historia. Respondé la encuesta. Fotos.

El orden de los factores es casi siempre el mismo. Es que cambiar la fórmula, seguramente en este caso, alteraría el producto. Durante cincuenta años y a lo largo de 22 películas, el respeto por la secuencia ha sido casi religioso: todo comienza con una escena de acción (o de sexo) tras la cual el agente 007 se reporta a los cuarteles del MI6, el ficticio servicio secreto de la corona. Una vez allí, M –su jefe– le encomienda una misión que implica descubrir y detener a alguna clase de supervillano, razón por la cual deberá trasladarse a un destino exótico.

Entrando, o saliendo de la oficina de M, Bond dedicará unos minutos a coquetear con Moneypenny, la secretaria que morirá de amor. Luego se dirigirá a los laboratorios del agente Q (el científico loco del MI6) que lo equipará con las armas, vehículos y chiches tecnológicos más desquiciados (aunque muchos, hay que reconocerle el mérito, se anticiparon a avances que luego serían realidad).

Una vez en destino, siempre habrá un lugar donde Bond pueda pedir un vodka martini (“batido, no revuelto”) y conocer a una dama, ante la cual se presentará usando primero el apellido: “Bond, James Bond”.

En el primer encuentro con el villano, el espía más famoso del mundo llevará las de perder: quedará prisionero, será derrotado, su vida correrá peligro. Pero una sucesión de tiros (en general, solo usa una pistola automática Welther), persecuciones (a bordo de todo tipo de vehículos entre los que destacan las lanchas Frauscher y los autos Aston Martin, aunque sucesivos esponsoreos han cambiado las marcas), explosiones y abusos tecnológicos –sabiamente intercalados con encamadas épicas con las distintas chicas del elenco– llevarán hacia el final feliz, donde los buenos ganan y Bond vuelve al dormitorio de alguna de las damas. Todo, por supuesto, acompañado por una banda de sonido que ha sabido incluir a estrellas como Tom Jones, Paul McCartney, Carly Simon, Duran Duran, A-ha, Madonna o Adele.

Un círculo perfecto que, inalterado a lo largo de cincuenta años, siempre cierra, siempre se cumple y siempre garantiza el éxito en la taquilla. ¿Por qué funciona? ¿Qué hace a James Bond un fenómeno que trasciende las épocas? ¿Cómo se las ha ingeniado para sobrevivir a sucesivos cambios de elenco, director y autor?

Historia de fenómeno. James Bond nació como un personaje literario, de la pluma del ex agente de inteligencia naval británico Ian Fleming, que escribió una docena de novelas y dos colecciones de cuentos cortos. Tras su muerte en 1964, y con la correspondiente autorización de sus herederos, otros nueve autores escribieron literatura Bond, incluyendo una serie sobre su juventud y un “spin off” que tiene por protagonista a la Señorita Moneypenny, un personaje recurrente de la saga. A tal punto el agente secreto sigue siendo redituable que la editorial inglesa Jonathan Cape tiene anunciado el lanzamiento de una nueva novela para mediados del 2013.

Sin embargo, la versión más famosa –y redituable– del agente 007 no ha sido la literaria, ni tampoco las adaptaciones fallidas a la televisión o al cómic, sino las versiones fílmicas de sus historias, obra de Eon Productions.

Los primeros intentos de llevar a Bond a la pantalla fueron, como poco, torpes. La producción de CBS para la televisión de la novela de Fleming “Casino Royale” parece, por momentos, una parodia de lo que luego se volvería un clásico. En 1959, el productor británico Kevin McClory quiso llevar al agente secreto a la pantalla grande, pero fracasó antes de filmar un solo fotograma: pese a que Fleming se había comprometido a escribir el guión original, Alfred Hitchcock no quiso aceptar el rol de director, Richard Burton se negó a interpretar al agente 007 y los inversionistas se retiraron. Recién en 1961 el productor Albert Broccoli (que en sociedad con Harry Saltzman producía bajo la firma Eon) obtuvo los derechos –pagó a Fleming un millón de dólares– y, United Artists mediante, filmó “El satánico Doctor No”, que se estrenó en octubre de 1962.

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por Diego Gualda

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