Thursday 28 de March, 2024

COSTUMBRES | 02-11-2012 12:05

Revival infantil

El consumo retro también llega a los chicos. Razones de la vigencia de personajes de los ochenta, que comparten con sus padres.

El cuarto de cualquier niña de hoy está repleto de Kitty en distintas versiones: sábanas, peluche, muñeca que canta, rompecabezas, velador. Los cajones revientan de remeras y buzos, pijamas y pantuflas de la misma gata sin boca. No es la única que vive y reina en la habitación. También están los estantes plagados de stickers de Snoopy y Sarah Kay (¡cuánta inocencia en esa niña que parece salida de una versión todavía más romántica de la ya edulcorada “Familia Ingalls”!). En esas repisas tienen un lugar privilegiado las Barbies, probablemente más idealizadas en su belleza y esbeltez por madres que por hijas, y variantes de “Mi pequeño Pony”. En la tele están “Los pitufos”, “Los ositos cariñosos” (hoy “ositos cariñositos” por la influencia centroamericana) y “Frutillita”. En el teatro, la gata (aunque siga sin boca) canta y habla potenciada por efectos especiales.

No son los ochenta pero le pega en el palo. Si “Graduados” le mordió los talones a Tinelli, lo desbarrancó del podio y se convirtió en “el” éxito televisivo del año; en personajes infantiles la onda revival se hace también constante y sonante. ¿Por qué las niñas 2.0 se cautivan con esos viejos dibujitos?

Negocio seguro. El fenómeno tiene el denominador común de ser una empresa de bajo riesgo porque se basa en caras que “funcionan hace décadas y están lo suficientemente instaladas”, sintetiza Roberto Schenone, director de Flip Animación. “Resulta más conveniente y económico recurrir a los personajes que cuentan con recordación en el mercado, que intentar imponer uno nuevo que compita de igual a igual con cientos de otros. Los que ya son reconocidos corren con una ventaja invaluable”, dice Gonzalo Azpiri, director de Hook Up Animation. Digamos que la principal publicidad sobre la niña la hará la propia madre. “Las productoras de animación sabemos que el negocio no es vender la serie sino imponer un personaje para abrir el abanico con el merchandising”, agrega Diana Córdoba, productora ejecutiva de Nobile F Estudio y socia fundadora de UIPAA (Unión Industrial de Productoras de Animación Argentinas y Artes Audiovisuales).

Respecto de ese potencial, el desafío no es solo captar la atención infantil y materna/paterna sino también la de los gerentes de productos para que ellos se interesen en aliar su marca con la cara de los muñequitos. Y allí también es más probable alcanzar el objetivo cuando hay trayectoria. “Para un ejecutivo es fundamental saber que va a asociar su propia marca con otra que transmiten fidelidad de años y está basada en valores positivos”, explica Anita Caratini, directora de Licencias de Smilehood. Cualquiera es testigo de la multiplicación de estos personajes en artículos de librería, yogures, helados, galletitas, ropa, accesorios y hasta líneas de decoración de hogar. En ese sentido, el fenómeno cultural de mirar hacia el pasado para reformularlo y convertirlo en moda nuevamente, “da la posibilidad de comercializar los personajes no solo en productos infantiles, sino también como íconos vintage para adultos”, explica Azpiri. De hecho, hay una nutrida línea de ropa y accesorios de Snoopy y Sarah Kay y desde lencería hasta joyas de la aerolínea taiwanesa EVA Air ploteados con la cara de la gata y aptos para vivir la “experiencia Kitty” a bordo.

Según Azpiri, hay otro incentivo extra para que se resuciten personajes: la oportunidad para los propietarios de esa marcas de disfrutar –y usufructuar– las nuevas ventanas digitales (juegos, aplicaciones, redes sociales, etc.) inexistentes en la época de esplendor de sus productos.

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por Valeria García Testa

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