Después de varios años de sequía extrema, los libros del gran Roberto Fontanarrosa vuelven a las librerías. La causa fue un problema familiar que enfrentó judicialmente a su hijo y a su segunda esposa. Ahora los títulos aparecen en Planeta en vez de De la Flor, con tiradas de 10.000 ejemplares, cifra que habla a las claras de un poder de convocatoria que sigue intacto desde su muerte. La primera tanda de reimpresiones incluye las novelas “La Gansada” y “El área 18” y los libros de cuentos “El mundo ha vivido equivocado”, “No sé si he sido claro”
y “La mesa de los galanes”.
El relato que da nombre a “El mundo ha vivido equivocado” es uno de sus grandes clásicos. Un diálogo demencial y perezoso entre dos varones alrededor de su idea del “día perfecto”, incluyendo momentos exactos de un “levante”, una sabiduría zaparrastrosa sobre el sexo y las mujeres, y una idea de la realidad que hace llorar de risa.
No es el único punto fuerte de este primer libro estándar del Negro. Hasta qué punto fue un escritor a secas, está demostrado en “Sueño de barrio”, donde el mundo onírico basta para acusar a otro en el mundo real, en una comisaría de barrio. O el modo en que alcanzaba una sutileza extrema en la parodia, en “Rosita, la obrerita”, que hasta más allá de la mitad parece un cuento verdadero de socialismo miserabilista. Otra faceta que suele parecer a menudo en su vasta obra de cuentista fue la narración de momentos históricos, como “La carga de Membrillares”.
En su capacidad de invención, en su sutileza estilística, en su puro arte de vivir y disfrutar, sin dejar de lado la lucidez y el puntazo desopilante o polémico, tenía algo de Mark Twain. Esa clase de gente que parece achicar un poco el mundo, cuando se va. Por suerte quedan los libros.
por Elvio E. Gandolfo
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