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SHOWBIZ | 30-11-2012 14:34

Vampiros y adolescentes

Renovó el género y lo acercó al público juvenil. Éxitos, amores, franquicias y millones.

Ni Él puede contra los vampiros. En la última semana, “Amanecer. Parte II”, la más reciente entrega de la saga “Crepúsculo” convocó a casi 270.000 espectadores en la Argentina y supera los 840.000 desde su estreno. Ocupa cómoda el primer puesto del ranking local, seguida de lejos por “El origen de los guardianes” (141.000 espectadores en su semana de estreno). Recién en el tercer puesto aparece “Néstor Kirchner, la película” que, pese al presunto millón de entradas compradas por la militancia, convocó 70.000 espectadores, sin chances de hacerle sombra al grand-finale de la historia de amor entre Edward y Bella, con el muchacho-lobo Jacob como tercero en discordia.

Y pensar que, hasta hace muy poco tiempo, los vampiros eran seres de pesadilla, “criaturas de la noche” –ah, la voz y el acento húngaro de Bela Lugosi pronunciando esa frase, “children of the night”– y símbolos, en una lectura entre líneas, por ejemplo en la obra de Bram Stoker, de todos los males que atacaban a las culturas occidentales desde la barbárica Europa del Este.

Ahora, si el siglo XX se encargó de jubilar al viejo Conde Drácula de la mano de Anne Rice y su “Entrevista con el vampiro” (el libro, de 1976; la adaptación fílmica, de 1994), el siglo XXI renovó el género agregándole glamour, romance, batallas épicas y una estética distante de las tradicionales capas y colmillos, de los castillos en la montaña, que acercaron estas historias a un nuevo público: las chicas.

Que los puristas se enojen porque los vampiros de la saga brillan al sol o porque –pese a tener la vida eterna– Edward Cullen no se haya molestado en terminar la escuela, parece tener sin cuidado a la inmensa maquinaria que llevó el suceso del libro al cine y consagró a un elenco de ignotos como “teen idols” indiscutidos.

Del papel a la pantalla. La primera película de la saga, “Crepúsculo”, llegó en el 2008. Las otras cuatro, a razón de una por año. Fueron cinco pese a ser cuatro libros: el último  fue fraccionado en dos filmes. Aún en cartel, la recaudación mundial de la saga está cercana a los 3.000 millones de dólares.

El primer intento de llevar la serie a la pantalla lo hizo MTV Films (de Paramount Pictures), aunque las confrontaciones con la escritora Stephenie Meyer sobre la fidelidad de la adaptación hicieron que el proyecto se dilatara más de tres años. Recién en el 2007, la productora Summit Entertainment logró –promesa de fidelidad mediante– obtener los derechos. La directora del primer episodio fue Catherine Hardwicke, pero no duró: mientras ella pretendía tomarse su tiempo para elaborar cada película, los productores apostaban por estrenar lo más seguido posible, antes de que el fuego adolescente se apagara. Al final, Summit logró salirse con la suya, estrenando un largometraje al año. Y, en el mejor estilo de otras sagas como “James Bond” o “Harry Potter”, los directores fueron intercambiables. Porque, claro, la verdadera identidad no estaba en la dirección, sino en los libros. Y, por supuesto, en el elenco.

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por Diego Gualda

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