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SHOWBIZ | 07-12-2012 14:46

Libre de deudas

Vivió entre lujos, murió endeudado. Las millonarias excentricidades del rey del pop y cómo en mil días se pagó hasta el último centavo.

Por mucho que algunos intenten disputarle la corona, Michael Jackson es, fue y será, aún después de muerto, el rey del pop. Impuso un estilo de música (su versión personalísima del disco pop), una forma de bailar (el breakdance) e inauguró la era de los megashows con gran despliegue. Pero, además de su legado artístico, dejó tras su muerte una herencia que suscitaría su propio culebrón familiar y una cantidad de deudas que tendrían a los abogados que administran su patrimonio trabajando más de mil días para sanear las cuentas.

Porque, a pesar de tener activos calculados en unos mil millones de dólares, al momento de su muerte en el 2009, los libros contables de Jackson mostraban un rojo por aproximadamente la mitad de ese dinero.

Cómo llegó un hombre que facturaba cifras astronómicas a estar endeudado por más o menos la mitad de su patrimonio, no es un gran misterio: Jacko gastaba de más y algunos de sus vicios le generaron baches financieros. Que los ejecutores de su herencia hayan logrado dejar esa cuenta en cero en apenas tres años y algunos meses es casi un milagro. O no. Porque el rey habrá muerto, pero su facturación sigue vivita y coleando.

Entre hombres y niños. Dice un refrán estadounidense –traducido ad hoc– que la diferencia entre los niños y los hombres es el precio de los juguetes. Y a Jackson, un hombre que se negaba a crecer y que se creía una especie de Peter Pan, le gustaban los juguetes caros.

Para empezar, vivía en un parque de diversiones. Neverland, su casa en Santa Bárbara, California, bautizada por supuesto con alusión peterpanesca, tenía atracciones mecánicas compradas a la desaparecida Feria Estatal, un zoológico propio y hasta un trencito para recorrer por dentro sus más de 1.200 hectáreas.

Cuando adquirió la propiedad en 1988 pagó unos 14,6 millones de dólares; un valor que se habría multiplicado hasta los 100 millones tras la instalación de todas estas excentricidades, aunque a efectos impositivos el condado de Santa Bárbara tenga la propiedad tasada en solo 29,2 millones de dólares. Además, el músico era coleccionista de juguetes extravagantes y antigüedades en las que invertía sumas de dinero que, aunque quizás no excedían su presupuesto, sí dejaban a su caja chica flojita de efectivo.

Pero una de las cosas que más daño le provocó a su presupuesto fueron las acusaciones de abuso de menores. En 1993, la familia Chandler lo acusó de haber violado a Jordan, de 13 años, y el caso sacó a la luz ciertos asuntos incómodos como, por ejemplo, que era habitual que menores visitaran Neverland y se quedaran a dormir. Nunca se pudo probar en los tribunales que fuera culpable. De hecho, la investigación tomó ribetes algo escabrosos cuando el juez emitió una orden de fotografiar al rey del pop completamente desnudo para cotejar las imágenes contra la descripción de cómo lucía, hecha por el presunto abusado. El no haber estado circuncidado –como afirmaba Jordan Chandler– lo salvó de la cárcel. De todos modos, pagó a la familia del chico una compensación cercana a los 20 millones de dólares. Este no habría sido el único caso y mantener el silencio le habría costado a Jackson varios millones.

Según deslizaron a la prensa estadounidense algunos familiares, Jackson gastaba al año entre 20 y 30 millones de dólares más de lo que era capaz de generar. Así no hay presupuesto que aguante.

Todo hipotecado. La forma de financiar este estilo de vida delirante era endeudándose. Y mucho. En sus últimos años, Michael Jackson básicamente hipotecó todos sus valores, incluyendo la casa y algunas empresas.

En 1985, en conjunto con Sony, el cantante compró los derechos de publicación del catálogo de The Beatles, que pasó a ser administrado por la empresa Sony/ATV. Ser el dueño de básicamente todo, desde “Love me do” hasta “Let it be”, le costó 47,5 millones de dólares. Pero, en el 2001, ofreció la mitad de sus acciones en la compañía como garantía de un préstamo por 200 millones de dólares que obtuvo del Bank of America. En medio de una crisis de insolvencia e imposibilitado de pagar a término, en el 2006 pidió una refinanciación de la deuda que disparó los intereses a un 5,8% anual.

Más información en la edición impresa de la revista.

por Diego Gualda

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