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TEATRO | 14-12-2012 16:59

El año de los unipersonales

El regreso de clásicos nacionales y extranjeros, grandes nombres de la escena mundial, los unipersonales y la proverbial calidad del teatro alternativo caracterizaron la actual temporada.

En esta sección se afirmóque la cartelera porteña es una de las más nutridas a nivel internacional. La oferta es tan diversa y atractiva como inabarcable e incesante. No obstante, resulta necesario evaluar de manera general y, obviamente, subjetiva las tendencias más llamativas del 2012.

A diferencia de otras temporadas, los espectáculos más logrados se afincaron en el ámbito oficial. El Cervantes ofreció una estupenda versión del clásico nacional “Jettatore” de Gregorio de Laferrére, actuada admirablemente por un sólido elenco y bajo la diestra, sensible mano de Agustín Alezzo, quien a su avanzada edad debutó como director -vaya sorpresa- en esa sala. Los mismos adjetivos caben para el regreso de una obra emblemática, “Recordando con ira” de John Osborne, en el Teatro San Martín. Conducido por Mónica Viñao, el cuarteto interpretativo y la puesta  aunaron calidad y rigor. Sin embargo, al Complejo Teatral de la Ciudad, cabe reprocharle haber incluido en su programación oficial producciones de empresarios privados sin que resulte claro cuál es el verdadero beneficio de esa fusión para las partes.

En el terreno del teatro musical, hubo mucha manufactura de todo tipo, aunque con resultados por demás desparejos. El logrado ascetismo del musical “Casi normales” se opuso el despliegue insípido, sensiblero y pomposo de “Mamma Mía”. Pero quién logró darle verdadero valor al género, lejos, fue la multifacética Alejandra Radano. A través de su fascinante espectáculo alternativo “Delirio gaucho”, revalidó las razones para ser un talento reconocido en París y plasmó el espectáculo más hondamente creativo, inteligente y divertido sobre nuestra raíz latinoamericana.

La escena independiente brindó tres propuestas estupendas, cuyos rubros artísticos y técnicos descollaron por igual: la feroz visión de Analía Fedra García sobre “Greek” de Berkoff (gran desempeño de Martín Urbaneja), el trabajo conjunto de director y actores al adaptar el film “La Strada” de Fellini en “Para qué vamos a hablar de la guerra?” (con una inolvidable Malena Figó como Gelsomina) y la intensa entrega en “Ulf” de Elena Petraglia y Daniel Figueredo, con texto de Juan Carlos Gené.

La tendencia destacada del año fueron los unipersonales; desde el visceral compromiso de Salo Pasik en “El contrabajo” hasta la simpática Dalma Maradona en “Hija de Dios”. Se suman las extraordinarias labores de Rubén Szuchmacher en “Escandinavia”, Cristina Banegas en “Molly Bloom”, Emilio García Wehbi en “Prefiero que me quite el sueño Goya...” y la francesa Claire Ruppli como el mismísimo Copi en “El uruguayo”. Cabe mencionar otras actuaciones en este formato como “Los pasos de Paloma” (Mercedes Alonso), “Marica” (Pepe Cibrian Campoy), “Jesucristo” (Mariano Mazzei) o “La historia del señor Sommer” (Carlos Portaluppi). Hasta dos grandes directores del teatro mundial, el norteamericano Robert Wilson y el francés Patrice Chereau, ofrecieron sendos unipersonales.

Finalmente, sería injusto no reconocer las visitas del estadounidense Tim Robbins, a través de su perturbadora puesta y adaptación de la novela “1984” de Orwell y el siempre bienvenido arribo del Cirque du Soleil con “Varekai”, otra de sus fascinantes creaciones.

por Jorge Luis Montiel

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