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PERSONAJES | 25-01-2013 12:46

“La argentina es sofisticada y conservadora”

Catalán y creador de la griffe Custo Barcelona, ahora apunta a expandirse hacia América Latina. Entre Julia Roberts y Barbie.

Todo comenzó con un viaje, uno que –31 años después– parece no haber terminado. Cuando Custo Dalmau y su hermano David, barceloneses de pura cepa, tenían 22 años, decidieron que era su momento de conocer el mundo. A lomo de una moto. El periplo empezó conectando New York con Alaska. De allí, hacia el Sur, hasta las antípodas del planeta: Ushuaia. Costeando la Argentina y cruzando a Uruguay, conocieron Punta del Este y siguieron viaje hasta Río de Janeiro. Luego, un barco los llevaría a través del Atlántico hasta Ciudad del Cabo, en la República Sudafricana, nuevo punto de partida para el tramo final del tour: África, Oriente Medio y Europa, terminando en Amsterdam, dos años después de su partida.

Aquel viaje, como un rito iniciático, marcaría a los hermanos Dalmau de por vida en su forma de ver el mundo y de trabajar. En contacto con tantas culturas, manifestaciones artísticas y filosofías, absorbieron todo a su paso, pero quedaron especialmente impresionados por la psicodelia californiana y la estética colorida de la movida surfer de ese estado. “Estaba estudiando arquitectura y dándome cuenta de que no era lo mio”, confiesa Custo (Ángel Custodio Dalmau Salmón, según sus documentos), que llegó a Punta del Este para presentar la nueva colección de su marca, Custo Barcelona, en el ya tradicional “Six O' Clock”, el evento de moda creado por Carminne Dodero.

Tras aquel viaje, los hermanos iniciaron un proyecto de diseño gráfico “donde nuestro soporte, en vez de ser el papel o una pared, era una remera”, afirma. La primera marca comercial fue Custo Line, que luego reencarnaría en la actual Custo Barcelona. Se volvieron expertos en la investigación del uso del color y de las últimas tecnologías para los estampados. Con el tiempo, su línea se expandió mucho más allá de sus características camisetas estampadas para incorporar faldas, pantalones, abrigos, ropa para niños y hasta accesorios.

Los hermanos Dalmau fueron los pioneros en España en materia de producción de las camisetas estampadas que los hicieron famosos. Durante los primeros once años de trabajo se dedicaron solo al diseño, delegando la producción en una fábrica textil. Hasta que el éxito y la madurez les indicó que era hora de volar con sus propias alas e instalaron su primera planta.

Sus productos tienen adeptas como Julia Roberts, Natalie Portman o Penélope Cruz. Pero la modelo con más curvas en lucir sus diseños no fue Claudia Schiffer –otra cultora de la “customanía”– sino la mismísima Barbie, la muñeca que, en el 2004 y para celebrar sus 45 años, salió a la venta, en una edición especial, con un diseño exclusivo del catalán. Siempre dispuesto a arriesgarse en nuevos terrenos, en diciembre pasado anunció que estaba haciéndose cargo de diseñar la estética de los personajes del videojuego “Just Dance”. Pero si algo caracterizó a Custo Barcelona –probable influencia de aquel viaje épico arriba de una moto– fue el ver más allá de las fronteras españolas. Hoy cuentan con tiendas en España, Italia, Inglaterra, Suiza, Estados Unidos, Puerto Rico, Aruba, Colombia, Venezuela, Dubai y Arabia Saudita, y planea seguir expandiéndose.

Noticias: ¿Qué aprendió de aquel viaje alrededor del mundo?

Custo Dalmau: Aprendí que el mundo es muy grande y que tiene mucha diversidad. El trabajo que hacemos es un resultado de aquel viaje. Lo nuestro es una fusión, es un mestizaje, y eso es lo que realmente es el mundo, una fusión localizada, muchas cosas distintas, todas unidas.

Noticias: ¿Cómo fue la transición desde el diseño gráfico hacia el mundo de la moda?

Dalmau: Fue un proceso natural. Cuando empezamos nuestro negocio de remeras gráficas, no teníamos idea de que existiera el mundo de la moda. Pero las remeras que hacíamos eran innovadoras, no existían, y las tiendas de moda pronto se interesaron y las empezaron a vender. Ha sido un viaje de 31 años, que pasaron rapidísimo. Cuando uno pone mucho entusiasmo en lo que hace, el tiempo vuela.

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por Diego Gualda

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