Thursday 28 de March, 2024

TEATRO | 25-01-2013 13:50

Las mil y una Fátima

“Fátima es única, la presidenta del humor”. Con Fátima Florez y elenco. Dirección: Norberto Marcos. Provincial, Blvd. Marítimo 2238, Mar del Plata.

De mediana estatura, muy delgada, piel blanca translúcida, el pelo rubio y un innegable carisma que emerge a través de su perenne sonrisa, cuesta creer que esta tímida muchacha sea capaz de transformarse en escena en un sinnúmero de rostros y voces de populares artistas o personajes nacionales y mundiales. A un ritmo febril e intenso, Fátima Florez muta de Madonna a Shakira, de Justin Bieber a China Zorrilla, hasta llegar a su fascinante y festejada recreación de Cristina Fernández de Kirchner.

Pero más allá de la fachada física –es asombrosa la forma en que captura la modulación e inflexiones vocales, gestos y tics de un semblante– tiene una mirada piadosa, por decirlo de alguna manera, con las figuras que encarna. Lejos de cualquier burla chabacana, a todos los dota de un humor sano, inteligente y respetuoso, característica que otros de los denominados “imitadores” no suelen ejercitar. Incluso cuando aborda el particular estilo discursivo de la actual Presidenta de la Argentina.

Es que quizás la designación de mera émula le quede bastante corta a una joven artista (digna heredera de legendarias humoristas femeninas) que no solo actúa, canta y baila muy bien, sino que es capaz de sobrellevar situaciones inesperadas. Por ejemplo, durante la simpática personificación de Moria Casan y su ya proverbial interacción con el público de la platea, es admirable cómo sortea las imprevistas reacciones de los entusiastas espectadores dispuestos a participar sobre el escenario, en diversos divertimentos que vienen con regalo incluido.

De todos modos, lo más llamativo de su debut como cabeza de compañía, es el gran despliegue de producción que la rodea. En un alarde de sofisticación, los cartones pintados o pesados trastos de escenografía fueron reemplazados por una deslumbrante técnica de mapping (fruto de la imaginación de Mauro Parissenti) que transforma en segundos el inmenso ámbito espacial de la sala mayor del Provincial. El recorrido visual abarca desde la selva africana, los destellos de Nueva York, nuestra pampa argentina, hasta el desierto de Arabia.

A las virtudes del espectáculo se suma una potente banda sonora donde, sin play back, la showwoman y sus talentosos partenaires cantan cómodamente. Y aquí conviene detenerse para hacer una observación importante. En un ambiente que es una verdadera hoguera de las vanidades, en un inusual gesto de generosidad y compañerismo, Florez permite el lucimiento de su espléndido ensamble de cantantes y bailarines. Por empezar, cuenta con un sólido y gracioso presentador en el showman Alejandro Dambrosio, que enlaza algunos números con ocurrentes monólogos referidos a la protagonista. Luego se escuchan las caudalosas voces de dos promisorios intérpretes: Diego Restivo y Gliceria Ibarra. Mientras, una desopilante escena gauchesca –donde dos curtidos paisanos se disputan una gurisa al ritmo del malambo–, permite el lucimiento de los excelentes bailarines Leandro Martínez y Pablo Touron, destinados a un futuro de mayor protagonismo.

Y aun cuando la dirección logra alcanzar un vértigo que no decae nunca, para regocijo de los asistentes que llenan la sala, cabe reprochar coreografías apenas efectivas y un vestuario, por momentos, un tanto modesto. Por cierto, nada que empañe el resultado final de un espectáculo habitado por mil y una Fátimas.

por Jorge Luis Montiel

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