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PERSONAJES | 08-02-2013 14:09

“No subo al escenario a levantar a alguien”

Galán de la telenovela del momento y cantante, planea un año con mucha música. La seducción y el efecto de las creaciones sencillas.

A  los 48, Juan Darthés está en esa etapa de su carrera en la cual le cuesta caminar. No porque tenga alguna clase de impedimento físico. Más bien todo lo contrario, aparenta unos cuantos años menos de los que denuncia su partida de nacimiento. Su dificultad para moverse radica más bien en el asedio -siempre amable, pero constante- de mujeres de todas las edades. Que, vaya a donde vaya, se le acercan, con sonrisa pícara y celular en mano, para pedir una foto con el hombre que se ha vuelto ídolo popular, respetado por los hombres y admirado por las mujeres, como proponía aquel viejo número de Les Luthiers.

Los más veteranos lo conocen como un muchachito que cantaba tango. Las chicas, en cambio, suspiran por él cada vez que aparece interpretando a Julián en “Dulce amor”, la telenovela más exitosa del 2012 (pocas veces por debajo de los 20 puntos de rating). Los memoriosos -y los fanáticos del género, por supuesto-, saben de su fuerte filiación con el teatro musical, donde pasó por obras como “El beso de la mujer araña”, “El diluvio que viene”, “Molly Brown” y “Nine”, entre otras.

A lo largo de su extensa carrera, fue parte de veintitrés proyectos de televisión, incluyendo unitarios, culebrones y telecomedias. Su curriculum está plagado de títulos exitosos: “Una voz en el teléfono”, “Alta comedia”, “Gasoleros”, “Primicias”, “Soy gitano”, “La niñera”, “Patito feo” y siguen las firmas. Además, hizo su debut cinematográfico en la versión fílmica de “Patito feo” y lleva editados ocho discos. El más reciente, “Canciones de amor y novelas”, que combina tango, bolero y balada, lo tiene entretenido en una serie de presentaciones por todo el país y algunos destinos en países limítrofes.

Sin embargo, el multifacético Darthés parece no querer aferrarse demasiado a ningún título más que el de esposo de María y padre de Tomás (17) y Gianfranco (13), un rol que -se le nota en la sonrisa- disfruta a pleno. Su mujer lo sigue de cerca y lo acompaña en todo. Se los ve abrazados, de la mano. Se los ve bien. El mayor de sus herederos revolotea en torno a su padre todo el tiempo, casi como un asistente personal. Le sostiene la campera o los lentes durante la sesión de fotos. Le brillan los ojitos de solo saber que papá es una celebridad. “Mis hijos andan con ganas de apostar a la música y hacer las cosas bien -se lo escucha decir a él, orgulloso-. Pero lo más importante es que son buena gente”.

Lleva tanto a la música como a la actuación marcados a fuego en el ADN. Su madre, Leyla Dartel, fue actriz. Su padre, Oscar Fuentes, cantante de tango. El apellido de batalla -Darthés- es un reconocimiento a esa influencia, fusionando los de papá y mamá. Aunque fortuitamente nació en Sao Paulo (su padre hizo, a lo largo de su extensa carrera como cantante, muchas giras por Perú y Brasil), se crió en Temperley y es hincha fanático del club de fútbol de su barrio de infancia.

Noticias: Alguna gente ve su carrera como un poco ambigua ¿Cómo prefiere definirse: como actor o como cantante?

Juan Darthés: Como ambas cosas. Me crié rodeado de música -sobre todo de tango- porque era lo que cantaba mi papá, con lo que recorrió muchos países, en sus giras. Pero la el público en general me reconoce más como actor, porque en la actuación, en especial en telenovelas, fue donde logré mi primer impacto importante, la mayor popularidad. Pero la música siempre fue parte de mí, y una parte de mi carrera tan importante como la actuación.

Noticias: ¿Y como cantante, cómo se define? ¿Baladista? ¿Romántico? ¿Tanguero?

Darthés: El tango es el género que mamé de chico y es donde soy más esencial. Pero haciendo el espectáculo “Arráncame la vida”, con toda música de Chico Novarro, me metí de lleno también en el bolero, un género hermoso y muy emotivo. Para cualquier artista siempre es bueno tirar otras líneas, abrirse a otras posibilidades.

Fotos: Juan Obregón. Agradecemos al Hotel Conrad.

Más información en la edición impresa de la revista.

por Diego Gualda

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