Uno de los puntos altos de la temporada 2012, este policial ambientado en un futuro distópico es, sobre todo, un gigantesco ejercicio de puesta en escena y de guión de precisión. La trama gira alrededor de un hombre que asesina por encargo a gente que le “envían” desde el futuro, hasta que se enfrenta a sí mismo treinta años más viejo. Parece confuso pero no lo es: lo que arranca como un policial de ciencia ficción deriva poco a poco al western y disuelve los recuerdos cinematográficos (especialmente el de “Terminator”) en una trama que apela especialmente a las emociones de los personajes. Todos los actores son perfectos y la manera que tiene Rian Johnson de filmar la acción física es de una apabullante originalidad. En el fondo, se trata de una fábula moral. Atención a uno de los personajes más terroríficos –y tiernos al mismo tiempo– del cine reciente, ese niño un tanto especial que vertebra la trama.
por Leonardo D’Espósito
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