En su discurso durante la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner anunció el envío al parlamento para su tratamiento de un proyecto de ley para encarar lo que el gobierno llama “democratización de la Justicia”. Uno de los puntos sobresalientes de la iniciativa es que los miembros del Consejo de la Magistratura de la Nación sean elegidos por el voto popular.
Presentado de esta manera el proyecto ya tiene un primer escollo imposible de sortear: la Constitución Nacional. El art. 114 de la Carta Magna establece que en la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura deberá procurarse el equilibrio entre la representación de los órganos surgidos de la elección popular, de los abogados y de los jueces de todas las instancias. Y agrega que será integrado asimismo por otras personas del ámbito académico y científico, en el número y la forma que indique la ley. Es claro, la Contitución dice representación, no dice elección directa como pretende la iniciativa anunciada por la Presidenta.
Podríamos decir que, en caso de aprobarse, esta norma nace herida de muerte. Desde varios sectores ya anticiparon que plantearán su inconstitucionalidad. La elección de los miembros del Consejo de la Magistratura a través del voto popular implicaría también una mayor politización de un organismo que debe ser estrictamente técnico.
El Consejo de la Magistratura tiene como función primordial seleccionar a los jueces federales y nacionales, ejercer facultades disciplinarias sobre los magistrados y habilitar el proceso para su remoción. Es decir, pone y saca jueces. De allí se puede comprender la importancia que tiene.
Ya sabemos que el Consejo de la Magistratura designa y remueve jueces, ahora veamos qué es lo que puede hacer un juez.
Un juez puede:
ordenar tu detención
decidir dónde vas a estar detenido
ordenar el traslado a otra unidad de detención
dejarte en libertad
ordenar que te vuelvan a detener
embargarte el sueldo
embargar tus cuentas bancarias
ordenar transferencias de tus cuentas bancarias a otra cuenta bancaria
ordenar que te sigan
abrir tu correspondencia
intervenir tu línea telefónica
ordenar que se graben tus conversaciones telefónicas
abrir tu correo electrónico
repartir todos tus bienes
abrir tu caja de seguridad
llevarse el contenido de tu caja de seguridad
separarte de tus hijos
si te separaron de tus hijos ordenar que recuperes el contacto con ellos
no permitir que te acerques a determinados lugares o personas
ordenar que se rematen tus bienes
autorizar que te hagan una cámara oculta y que sirva como prueba
autorizar que escuchen tus conversaciones telefónicas
entrar a tu casa
si no lo dejás entrar a tu casa puede ordenar que rompan la cerradura y que tiren la puerta abajo
llevarse de tu casa todos los elementos que considere necesarios o importantes para la investigación que esté llevando adelante
ordenar el secuestro de tu auto o cualquier otro bien mueble que tengas
no permitir que salgas del país
ordenar que te extraigan sangre, y si te negás que lo hagan en forma compulsiva
autorizar un transplante
si sos testigo en un juicio llevarte a declarar mediante el uso de la fuerza pública
La lista puede seguir casi hasta el infinito. La Justicia es el último recurso que tiene el ciudadano común frente a los abusos de un par, de un poderoso o del Estado.
Montesquieu escribió en El Espíritu de las Leyes: “No hay libertad si el poder de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo y del poder ejecutivo.”
¿En manos de quiénes querés que esté la facultad de designar y remover a los jueces?
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