Friday 29 de March, 2024

POLíTICA | 12-03-2013 17:52

¿Es "de derecha" la muerte?

Durante todo el proceso de la enfermedad de Chávez se ocultó información del verdadero estado de salud. El rol de los medios oficialistas.

Primero fue mentira el cáncer. Después, lo falso resultó ser su fatal virulencia y luego, el inminente desenlace. Eso sí: siempre estuvo "la derecha" mediática o política o corporativa detrás, agazapada, esperando dar el guadañazo artero con su endiablada costumbre de hablar de ciertas cosas. ¡Habrase visto semejante desvergüenza!

Nunca es buena noticia el deterioro de la salud de un líder popular. Mucho menos su fallecimiento. Las democracias se resienten. La confusión, el reto a la autoestima de los sobrevivientes, los aprontes para una sucesión contra natura y -cuándo no- las eventuales intrigas tan sólo suman pérdidas de tiempo, sino complicaciones más profundas.

De todos modos, peor es la mentira. La ignorancia masiva como estrategia de comunicación premeditada tiene marcados ribetes de abuso de poder. Por más piadoso que se pretenda, el engaño quita tiempo, también, pero más que nada confianza en la fuerza propia de los que andan a pie y delegan con el voto los complejos mecanismos de la administración política.

Hay una noticia peor que la muerte de un líder: la manipulación de su inmortalidad por parte de quienes nunca llegarán a serlo y se cobijan bajo el poncho aún caliente del difunto.

Esta semana, la muerte de Hugo Chávez (el personaje más potente del siglo en América Latina) hizo recuperar en las redes sociales un programa del brulote oficial "678" donde Víctor Hugo Morales desacreditaba un informe del diario conservador español "ABC" sobre el marcado deterioro de la salud del caudillo y los breves plazos de su supervivencia. El problema de estos periodistas fanatizados es que ya nada les importa lo que se dice: con saber lo retorcido que es quien lo dice, basta y sobra.

No entienden -o a esta altura no les importa- que de ese modo terminan convirtiéndose en lo que cuestionan. O aun en especímenes peores. Porque una cosa es mentir -puede hacérselo, incluso, por omisión, por error, es decir, sin querer- y algo todavía más grave es hacerlo como parte de una política de Estado. Desde su propia lógica, espanta -a veces da risa, pero un funeral no parece ser el lugar apropiado- ver cuánto se han corrido hacia "la derecha" estos autorrotulados muchachos de "la izquierda".

La contradicción entre lo popular y el secretismo es flagrante. Es una zanja de subestimación, desconfianza, desprecio por aquel a quien se considera diferente. O directamente inferior. Difundir con precisión que un líder está enfermo o muerto no lo cura ni lo resucita. Tampoco lo empeora. Y sirve para establecer con madurez que allí arriba están para representar y no para andar tratando a la gente como... audiencia.

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