No hay nada peor que cargar con un muerto. El asunto está encarado como una comedia negra y es la típica peripecia de un sujeto condenado a saltar de susto en susto en un departamento que no tiene paz. Franklin no esperaba esto al mudarse. De pronto, descubre que tiene a su casero muerto en la cocina. Como si fuera poco, sus vecinos son gente de lo más excéntrica y el encargado de llevar adelante la investigación es un detective borracho. Y acá habrá que detenerse en la composición de Billy Crystal (lamentamos que lo hayan borrado otra vez como presentador de los Oscar) que puede llevar la comedia romántica a límites desopilantes y que como terapeuta de un gángster es insustituible. Acá, como sabueso etílico y desquiciado resulta un festival aparte. La película no pasó por salas locales, sale directamente en dvd y alberga momentos sumamente disfrutables en su línea de humor lunático. Los extras tampoco tienen desperdicio.
por Jorge Carnevale
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