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TEATRO | 12-04-2013 15:46

Fábula de princesas y canallas

“Más de cien mentiras” musical basado en canciones de Sabina. Con Luz Cipriota y elenco. Dirección: David Serrano. Liceo, Rivadavia 1499.

Si bien el cantautor Joaquín Ramón Martínez Sabina (1949) es muy conocido en todos los países de habla hispana, no está de más repasar que sarcasmo, parodia y humor ácido, son clave en su obra poética. El trovador español de clásico bombín y célebre mirada irónica se asomó, hace unos años, al abismo de la depresión tras sufrir un infarto cerebral, producto de excesos que él mismo terminó de admitir. En general, sus obsesiones son las crisis o aprietos amorosos, expresadas en un vocabulario sagaz, atravesadas por el pesimismo y la desesperanza tan típicos del feroz siglo en que vivimos. Tal vez por eso, con buen olfato, al productor y director de cine español David Serrano se le ocurrió construir, con veintidós de sus canciones más populares, el musical “Más de cien mentiras”.

La historia (original de Serrano, Fernando Castets y Diego San José) toma nombre de una letra homónima y narra un desquite entre pillos de poca monta. Años atrás, un tramposo del barrio planeó un atraco que fracasó, con distintas derivaciones para Tuli (Carlos Silveyra), Samuel (Sebastián Holz), Juan (Christian Giménez) y Magdalena (Luz Cipriota).

Tras haber permanecido tres años enjaulado, Tuli sale de prisión, con la obsesión de vengarse del cerebro de aquel fallido hurto y desagraviar a Samuel, su mejor amigo, asesinado en el enfrentamiento con la policía. La bella y joven ex prostituta de nombre bíblico será la pieza fundamental de la represalia en la que también participarán Mosquito (Diego Hodara) y el taimado Ocaña (Rodrigo Segura), aunque conviene detenerse aquí en los avatares y desventuras de estos pájaros de vuelo corto.

La fábula que se cuenta, bastante leve y un tanto previsible, aporteñada (incluye un chiste sobre el Papa Francisco), es apenas una excusa para hilvanar las obsesiones de Sabina y no termina de recrear con rigor las asperezas de ese mundo pletórico de putas, drogas, cafishios e inocentes. En esencia, lo mejor son los números cantados y bailados por un elenco donde Silveyra tiene desparpajo y picardía, Holz aporta una libidinosa máscara histriónica, Giménez vuelve a mostrar sus óptimas condiciones vocales, Hodara auxilia con su habitual humor y Segura es toda una revelación.

Párrafo aparte para Cipriota, bendecida con un carisma inusual. Literalmente, aparece en escena y eclipsa al resto, especialmente en “Yo quiero ser una chica Almodóvar” y el número erótico-lésbico “Ganas de”, donde luce como una encarnación de Rita Hayworth. El talentoso ensamble incluye un seleccionado con los mejores intérpretes que hay en plaza, en el que se destacan las magnéticas presencias de Juan José Marco, Florencia Viterbo, Augusto Fraga y Pablo Juin.

por Jorge Luis Montiel

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