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PERSONAJES | 22-04-2013 13:17

“Tuve que reinventarme como artista y persona”

El actor debuta como guionista y director con el film “Por un tiempo”. Paternidad, enfermedad y aprendizaje; su divorcio con la televisión.

La primera que sale de la casa cuando se abre la puerta es Miranda, una perra raza perro que con sus 13 años ya está grande para hacer fiesta a los invitados y apenas se asoma, luego se echa a los pies de su dueño. Gustavo Garzón prepara un mate y convida. Está a punto de estrenar su opera prima “Por un tiempo”, la película que empezó a imaginar hace diez años y reescribió diez veces. El germen de esa ficción comenzó dramáticamente real, como una puntada aguda a su corazón de padre, cuando su hija Tamara (24) tenía 12 años y entró en crisis: “En ese ínterin tuve que aprender de qué se trata ser padre. Me di cuenta de que, en realidad, no conocía a mi hija”.

Noticias: ¿Qué era lo que más le preocupaba en ese momento?

Gustavo Garzón: Que ella no tenía instinto de vida, no le interesaba nada de la vida. Nada es nada. Todo el día mirando la tele, en camisón, no había manera...

Hasta que, de paseo por el Tigre, Tamara vio una perrita y le pidió a su padre llevarla. Él accedió, cómo no hacerlo si eso servía de antídoto contra su apatía. Y ahí vino otro tole tole: la perra, ya bautizada Miranda, era muy revoltosa y rompía todo. Tanto su mujer de ese momento, Ruth Alfie, como la madre de su hija, Alicia Zanca, le recriminaron que  hubiera llevado al animal sin consultarles. Intentó resolver el dilema y regaló la perra a un conocido, prometiéndole a su hija que la irían a buscar todos los fines de semana, pero la encrucijada se desmadró y Garzón terminó separándose y llevándose al animalito con él.

Noticias: Muy similar a lo que sucede en la película....

Garzón: Sí, ese episodio de la perra es el disparador. A los diez días Tamara se olvidó de la perra, porque renació: en el nuevo barrio encontró amigas, empezó a andar en bicicleta y a tener novios y me dejó solo (se ríe). Yo me quedé separado, con la perra atada y mi hija de joda por ahí (risas).

Un autor amigo le dijo que en ese episodio tragicómico había una historia para contar y Garzón, que ya (se) había probado que podía escribir guiones para televisión (“Señoras y señores” y “Casa natal”, a fines de los `90) y pretendía hacerlo para cine, empezó a tallar esa arcilla. El libro fue mutando. Garzón también se metamorfoseó.

Noticias: En la película parecería que ese padre tiene poco terreno frente a la madre (sonríe como aceptando), cuando él se conecta con la situación y toma la decisión de llevar al perro a la casa, aparece el conflicto con la mujer…

Garzón: Siempre fue así mi vida (risas)... la relación con la mujer es complicada. Yo aprendí un poco y, por suerte, los últimos dos o tres años de mi relación con la mamá de los chicos (Alicia Zanca) fue extraordinaria, pudimos reparar todo el daño que nos hemos provocado. Con la madre de mi hijo Joaquín (14), con quien convivía en la etapa del perro, también hemos logrado sanar situaciones belicosas y malignas para todos. Es una zona muy difícil… el hombre se siente muy acorralado en ciertas situaciones y eso le genera mucha impotencia. La mujer tiene la característica de no decir lo que le pasa en el momento. Un poco la película reproduce esa dificultad para relacionarnos.

Noticias: Leí que fue una decisión suya buscar otro embarazo inmediatamente después de nacidos los mellizos (Juan y Mariano, 25). Tamara se lleva con ellos sólo 11 meses, ¿no?

Garzón: Fue compartida con la mamá, una reparación que necesitábamos. Fue consciente, buscado y deseado, y como sabíamos que genéticamente había sido azaroso lo de los mellizos (N. de R: tienen Síndrome de Down) y el azar en su momento nos había jugado en contra, bueno... si te quedás con una sola versión el camino puede ser bastante oscuro. En cambio así tenemos claroscuros, aunque después resulta que lo oscuro termina siendo claro y a la inversa, pero cuando pasa...

Noticias: ¿Tuvo miedo de no estar a la altura del desafío?

Garzón: De enfrentar la vida así, pero se me pasó enseguida. El ejercicio de mi paternidad ocupó y sigue ocupando un enorme espacio en mi vida. Yo no tengo la libertad que tienen mis amigos con hijos grandes, porque voy a tener hijos chicos toda la vida.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1895 de la revista NOTICIAS.

por Valeria García Testa

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