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POLíTICA | 03-05-2013 12:41

El origen pirata del Lazarogate

Los jóvenes se vincularon al poder en boliches top de Buenos Aires, Punta del Este y Miami. Hoteles e iglesias destrozadas.

En el verano del 2011, Leonardo Fariña (26) y Federico Elaskar (28) alquilaron un piso en el exclusivo hotel boutique Sainte Jeanne de Mar del Plata, en la calle Güemes. Llegaron en sus autos importados y con cuatro custodios. Los empleados del hotel, acostumbrados al perfil bajo y la discreción de la mayoría de los clientes, no podían creer los destrozos que habían generado los jóvenes yuppies en una noche de excesos y descontrol.

Antes del amanecer, el champagneimportado que invadió de burbujas la particular fiesta que improvisaron los jóvenes huéspedes comenzó a hacer efecto: la madrugada terminó en una loca guerra de matafuegos accionados y revoleo de frutas. Tuvieron que pagar por todo lo que rompieron.

A Fariña y Elaskar les fascinan los autos de alta gama, los relojes de lujo y las noches de juerga en las principales discotecas de Buenos Aires, Punta del Este y Miami. Las mesas VIP de los boliches se transformaron en el escenario ideal para los negocios. Entre mujeres, alcohol, bebidas energizantes, humo de cigarrillos y música que aturde, los dos financistas trabaron relación con Matías Molinari (28) y Martín Báez (32). Ambos hijos de magnates empresarios con fuertes vínculos con el poder K: Carlos Molinari y Lázaro Báez, sindicado como supuesto testaferro del ex presidente Néstor Kirchner, y el nombre fuerte detrás de la escandalosa trama de presunto lavado de dinero y fuga de divisas que podría salpicar a la propia Cristina Fernández en la Justicia. Entre valijas, boliches y espumantes empezó esta historia.

REVIVAL MENEMISTA. Tequila, en Buenos Aires y Punta del Este; Mynt Lounge y Liv Nigh Club en Miami; Jet Lounge en la costanera porteña, el restaurante Gardiner, el hotel Faena de Puerto Madero y el bar Dandy de Avenida del Libertador fueron el escenario perfecto para el comienzo de una relación que culminó en la trama de corrupción y escándalo que apunta al hombre sindicado como la máscara de Kirchner. La vida nocturna de la nueva camada de empresarios aventureros es siempre onerosa.

El derecho a ocupar una mesa en Liv tiene un costo de 10.000 dólares. El servicio incluye acceso al vip y custodia toda la noche. La bebida se abona aparte. Ese es uno de los boliches preferidos de Elaskar en las costas estadounidenses. Cuando las reuniones se organizan en Punta del Este, Tequila resulta un poco más accesible. Allí, los derechos de mesa ascienden a los 2.000 dólares. Esa es, además, la consumición mínima. Siempre eligen los champagnes Dom Perignon y Cristal. Pueden pagar hasta 1.000 dólares por una botella.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1897 de la revista NOTICIAS.

El origen pirata del Lazarogate

por Diego Leuco, Federico Mayol

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