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SOCIEDAD | 03-05-2013 14:12

Vandalismo VIP en countries

En el Highland Park, un fiscal denunció por hurto a un vecino menor de edad. Delitos frecuentes de jóvenes ricos en barrios cerrados.

Nadie en Pilar recuerda siquiera un antecedente parecido: un abogado –poderoso y enojado– que denuncia en la comisaría de la zona a un vecino del country y a sus cinco amigos –todos ellos menores de edad– porque le hurtaron cinco bicicletas en la madrugada del sábado 6 de abril. El caso testigo sucedió en el Highland Park Country Club, el exclusivo barrio cerrado en donde tienen casas Araceli González y Carlos Corach, entre otras figuras públicas. El denunciante fue el fiscal Paul Starc, que tiene una casa de fin de semana en este country. El hecho de que el ex funcionario bonaerense haya emprendido la vía legal –y por ende, haya llevado a una instancia menos amistosa una cuestión que suele dirimirse en la intimidad del barrio privado–, le trajo la admiración y el odio de sus vecinos, y destapó el debate en torno al “vandalismo VIP” de los adolescentes aburridos, un exabrupto habitual de la vida country.

En la noche del 5 de abril, en Highland, alguien faltó a las pautas de convivencia. Según fuentes ligadas al caso, seis menores –un vecino de ese country con otros cinco amigos “de afuera”– tomaron 12 bicicletas de distintos lotes y las abandonaron por el barrio cerrado. Una vez registrado el hecho, las bicicletas volvieron a sus dueños y ellos recibieron las respectivas disculpas. Ningún vecino elevó el tono de la discusión, salvo uno: el fiscal Paul Starc, socio del country desde hace algunos años, al cual le habrían roto tres de las cinco bicicletas que le sacaron. El funcionario no dudó: al día siguiente fue a la comisaría séptima de Pilar e hizo la denuncia caratulada como hurto en grado de tentativa. En la causa ya interviene la UFI Nº 3 y la fiscalía descentralizada de Pilar del fuero Penal Juvenil.

En el Highland Park CC, unos 20 vigiladores privados custodian esa verde armonía calculada para aquellos que ven en el espacio cerrado un lugar en donde ser más libres. Los adolescentes entonces lidian con un arma de doble filo: tener a disposición un lugar que se perfila seguro y que se proyecta como propio, pero que a la larga se convierte en una responsabilidad que los supera. En la vida country no hay distancias muy lejanas, sobra el tiempo, la noche no es un impedimento para deambular por las calles y la inseguridad parece estar bajo control. Tampoco hay restricciones por parte de los padres a esa libertad loteada pero enorme. Sumado también a que en la adolescencia se ponen a prueba los límites propios y los ajenos. Según distintos directivos de clubes de campo, los jóvenes que cometen actos de vandalismo en los lugares donde viven lo hacen entre los 12 y los 16 años porque “están aburridos”. Tienen todo o casi todo a nivel económico, pero algo más íntimo los empuja a la transgresión.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1897 de la revista NOTICIAS.

por Juan Bautista Torres López

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