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SHOWBIZ | 17-05-2013 13:58

El fenómeno multiformato

Televisión, teatro, un libro inusual y una presencia on line que batió todos los récords. Radiografía del producto que creció hacia distintas formas.

Además de intrigas y rumores, los pasillos de los canales de televisión están llenos de increíbles leyendas, listas para ser relatadas a quien se muestre dispuesto a oírlas. Quizás la más escuchada es la que indica que cada cinco o diez años un programa es tocado por una misteriosa varita mágica y se convierte en un fenómeno. Pero no se trata solo de marcar cifras altas en las planillas de audiencia ni de convocar a los anunciantes más deseados. Los ciclos-fenómenos son aquellos de los que se habla en las calles y en los bares, envíos que despiertan amores y odios sin razón, con tramas que deben ser guardadas bajo siete llaves y que llevan a los nombres del galán o de la heroína a ser los más elegidos en el Registro Civil. “Rolando Rivas, taxista”, “Amo y señor” y “Más allá del horizonte” corrieron en el pasado esa suerte. Más cerca en el tiempo, gozaron de este ansiado status “Muñeca brava”, “Gasoleros”, “Resistiré” y “Valientes”.

La televisión argentina se despidió de su última telenovela fetiche, “Dulce amor”, un clásico culebrón que fue pensado para entretener a amas de casa en las calurosas tardes del verano 2012 en un por entonces alicaído Telefe. Pero que, gracias a esa varita mágica –y al olfato de Tomás Yankelevich y Enrique ‘Quique’ Estevanez– se convirtió en un suceso imparable, que le hizo frente al otrora invencible Marcelo Tinelli, pasó 16 meses en la cima de audiencia y generó su propia movida en las redes sociales.

Por supuesto, tuvo un cierre a la altura de las circunstancias, con una multitud cortando la calle Corrientes para reclamar un lugar en la despedida teatral y una fotonovela editada por uno de los sellos más importantes del país. Televisión, Internet, teatro y librerías: “Dulce amor” quedará en la memoria de muchos como el primer fenómeno televisivo multiformato.

Apuesta audaz. De la mano de la historia de tres hermanas de buena posición económica que deben guiar los destinos de una fábrica de golosinas mientras sus corazones se derriten por tres forzudos de barrio, “Dulce amor” comenzó a gestarse en 2011, cuando Telefe atravesaba uno de sus peores años, estacando en el segundo puesto a la sombra de El Trece. Estevanez le alcanzó en ese entonces a Yankelevich el proyecto, ideal para el horario vespertino. Pero algo en los primeros capítulos inspiró al gerente de programación, quien decidió hacerlo debutar el 23 de enero en el horario de las 22. Con un elenco que carecía de figuras de peso en el prime time y una trama lineal, lejos del toque sobrenatural de su competencia “Herederos de una venganza” y “Lobo”, no fueron pocos los que creyeron que se trataba de una decisión suicida. Sin embargo, el primer programa logró liderar su franja con 13,3 puntos de rating y desde ese momento no dejó de crecer.

Personajes sencillos pero carismáticos, situaciones propias del culebrón más tradicional y la ausencia de una estética grandilocuente hicieron de “Dulce amor” un éxito en el público. De las 150 emisiones pensadas originalmente, la tira se extendió hasta doblar esa cifra. El público acompañó con un promedio final por encima de los 20 puntos. “Por lo que nosotros recibimos de la gente en la calle, podemos decir que hicimos ‘la novela del pueblo’”, diría Sebastián Estavanez, consciente de haber vivido algo único en su carrera.

El increíble suceso de “Dulce amor” también se trasladó a las redes sociales, en donde la historia de amor entre Marcos y Victoria se transformó en “Marcoria”, acrónimo de los nombres de los protagonistas y término siendo la clave con la que se comunicaban los fanáticos de Twitter. Allí, se discutieron situaciones, analizaron encuentros y se pronosticaron desenlaces, todo en no más de 140 caracteres.

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por Tomás Balmaceda

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