Las burbujas son comportamientos económicos exagerados que exceden los principios sustentables o, en el caso de la valuación de activos, toda lógica financiera. Se producen como consecuencia de una conducta irracional que lleva a las masas a cometer excesos. Son etapas de manía o euforia que se alternan con períodos de crisis o depresión.
Tanto la etapa de burbuja como la de crisis potencian los ciclos económicos y generan grandes ocasiones de inversión, pues mientras los momentos de euforia dan posibilidades únicas de vender activos por mucho más de su verdadero valor, las recesiones ofrecen la oportunidad de hacerse de activos subvaluados respecto de su verdadero precio.
El primer paso para subsistir dentro de una burbuja, o luego de que ha estallado, es tener presente su implícita finitud. El segundo es aprender a identificarlas para realizar ganancia antes de que se evaporen o en su defecto una vez que han muerto. Todas las burbujas comparten rasgos comunes: una aparición de mercados excesivamente especulativos, con suba meteórica de precios y volúmenes de operaciones y extrema concentración de la especulación.
Los mercados especulativos tienen mucho “apalancamiento”, es decir, gran toma de créditos, importantes expectativas de incremento de capital y participación de gran cantidad de actores.
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