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CULTURA | 02-08-2013 14:09

Eterna devoción por Gilda

Una muestra de la Sub Cooperativa de Fotógrafos es testimonio de la adoración que provoca, a 17 años de su muerte, la figura de la cantante de cumbia. Fans y promesas cumplidas.

Desprolijos como la urgencia, arrancados con la ansiedad de los sueños que no llegan, los mensajes se apresuran a buscar lugar entre flores artificiales y portarretratos, en el altar pagano de Gilda, la cantante que hace milagros. Es un pequeño puesto de kermese en un muy pequeño cuadrado de pétalos rodeado de telas vibrantes y guardián de todos los deseos apretados en cartitas de papel.

“¡Esto antes no estaba! ¡Y este collar tampoco! Pero me parece que faltan flores, creo que se las están llevando”, dice la curadora, crítica de arte y periodista Victoria Verlichak que sonríe porque el arte le sigue reservando sorpresas. O tal vez bendiciones, quién sabe, gracias a su curaduría en la muestra “Gilda, la milagrosa”, el trabajo de la Sub Cooperativa de Fotógrafos que se presenta en la galería ArtexArte (Lavalleja 1062) hasta el viernes 23.

Muchas son las historias para contar y todas se cruzan en el espacio de la sala Fuego, en el segundo piso de una galería “off”, poco transitada normalmente por su ubicación, pero que el día de la inauguración reunió a 400 personas moviendo las caderas con “Fuiste”, “No me arrepiento de este amor” y “Corazón valiente”, 400 personas que jamás se habrían reunido si no fuera por el efecto Gilda, capaz de convocar gente del arte y la fotografía, de todas las identidaddes sexuales, de la bailanta, la cumbia y la fe.

Muestra. En ese salón blanco, se ubican diez fotografías, tomas directas que reflejan diferentes momentos de los tres años que Gisela Volá, integrante de la Sub, siguió con su cámara no a Gilda sino a los mundos que generó a partir de su muerte, hace 17 años. El 7 de septiembre de 1996, junto a su mamá, su hija mayor y tres músicos, moría en un accidente después de un concierto, en el kilómetro 129 de la ruta nacional 12, camino a Chajarí, Entre Ríos. Faltaba apenas un mes para que la entrerriana Miriam Alejandra Bianchi, maestra, Gilda como la Hayworth de Hollywood, cumpliera los 35. Ganadora de discos de oro y platino, el álbum póstumo, “Entre el cielo y la tierra” (1997), surgió de un casette con demos grabados que sobrevivió al costado de la ruta.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1910 de la revista NOTICIAS.

por Leni González

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