En el Soho porteño, zona de consumo por excelencia, las reglas del mercado son implacables. Los desorbitantes precios de los alquileres obligaron a cerrar a clásicos como “Bar 6”. En su lugar, llegaron los franchaisings internacionales, como “Le pain quotidien”, que se ponen instantáneamente de moda. La gran concentración de bares y restaurantes, en su mayoría con una pobre relación precio-calidad, hacen complicada la tarea de elegir dónde comer. Por supuesto, hay excepciones. Entre ellas “Minga”, una parrillita simple y rendidora, un puerto seguro donde anclar nuestro apetito.
“Minga” está frente a Plaza Armenia, uno de los centros de mayor aglomeración de gente durante los fines de semana. Lejos de promover la intimidad, “Minga” se integra a la masa. El frente del local tiene un deck con mesas al aire libre, demasiadas, donde uno puede sentarse hasta en invierno, gracias a unos potentes calefactores. Entre los comensales de las mesas vecinas y los que esperan su mesa en la vereda, se arma una gran familia. Los camareros circulan hábilmente entre las mesas, con humeantes planchas con carne y achuras. Largas mesas de amigos o familias se pasan ensaladas y comparten papas fritas. “Minga” es tan argentina como la expresión que le da nombre.
Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1910 de la revista NOTICIAS.
por Fernando Vidal Buzzi
Galería de imágenes
Comentarios