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TELEVISIóN | 14-08-2013 19:44

La Revenante o ella volvió

“Almorzando con Mirtha Legrand.” Programa de entrevistas. Domingo a las 13, por América. Conducción: Mirtha Legrand. Dirección: Pablo Del Pozo.

En “Les revenants” –una serie francesa de la que se está hablando mucho, y mucho más se sabrá cuando algún canal se decida a pasarla–, los muertos vuelven a la vida no como zombies ni montruos sino como “casi” ellos mismos, a buscar entre la rutina y lo sobrenatural, el lugar que la muerte les robó. Otro día escribiremos sobre eso. Porque en esta ocasión apenas se trata de una asociación fantasiosa, la de una mujer que regresa cuando nadie la esperaba, en medio de accidentes tecnológicos o paranormales, y en un clima incómodo de déjà vus e inadecuaciones de este tiempo o de algún otro.

Esa mujer que volvió es Mirtha Legrand, por supuesto, después de dos años y medio, a sus “Almuerzos....”  y después de su paso, en el 2012, por la serie “La dueña” que, a su vez, la había regresado a la ficción para, otra vez, devolverla a la mesa con invitados que inauguró hace 45 años. Pero los “Almuerzos...” no van a la vieja usanza diaria sino los domingos a la una, con una escenografía (de Alberto Negrín) menos pomposa, el mismo himno de apertura, la voz de acto patrio de la locutora nombrando a cada entrevistado y, en la cabecera, a la decana de las anfitrionas televisivas.

Sin complejos, Legrand dijo que lo suyo en el 2013 será un homenaje de Mirtha a los “Almuerzos...”, amenazando con un festival de interrupciones, peinados con spray, color rosa, preguntas con patadita y todo el refranerío que archivó en su carrera de conductora. No obstante, aunque traiga suerte y Enrique Pinti cumpliera la cábala de participar del primer convite, no fue un debut afortunado desde los estudios de Endemol. Dos veces se cortó el audio y tuvieron que ir “a la pausa”. Y multitud de veces, el diálogo, o su intento, se redujo a espasmos por el chiverío de rigor, una epidemia de berretaje de la que parece no salvarse nadie. Antes, durante y después de esos remedos publicitarios, sucedió un programa apelmazado que comenzó con la lectura de la carta que le mandó a Legrand su gran admirador el Papa Francisco (en la que también nombra a Olga Zubarry, fallecida en diciembre, hecho que Mirtha, tan afecta a los recuerdos, olvidó mencionar).

En la mesa, nada nuevo salvo para el público que siempre se renueva. Florencia Peña puso cara de póker al antioficialismo e intercambió rosas blancas de la paz; Pinti tomó sus pastillas para todo en el único momento auténtico del programa; Juan José Campanella no pudo hablar mucho pero en cambio lució figura con 20 kilos menos; y el conductor Santiago Del Moro (invitado suplente porque Mariana Fabbiani, del Trece, no pudo ser) salpimentó con malicia tanta sosedad. La diva divina (acotaba, cuando podía, la locutora) estaba algo distraída, desencantada, como buscando pista a un regreso que ni ella misma sabrá si era necesario, pero ahí está firme como un ritual milenario: “Almorzando con Mirtha Legrand”, los domingos, después de misa.

por Leni González

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