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TEATRO | 30-08-2013 12:26

“El hombre elefante”, en busca de la felicidad

Con Gustavo Garzón, Raúl Rizzo, Alejandro Paker y elenco. Dirección: Daniel Suárez Marzal. Astros, Av. Corrientes 746.

"No veo la hora de encontrar la felicidad” brama, apenas con un hilo de voz, perceptible bajo la absoluta monstruosidad física, el protagonista de este espectáculo dedicado a recrear la vida real de Joseph Merrick.

Nacido en la lúgubre Inglaterra de 1862, se hizo tristemente célebre por padecer una espantosa e inclasificable enfermedad incurable que le produjo deformaciones en todo el cuerpo y le valió el mote de “El hombre elefante”.

Huérfano de madre desde los diez años, Merrick trató de ganarse la vida en una tabacalera y como vendedor ambulante, mientras el proceso degenerativo avanzaba. Pero la exposición de su desgracia fue la única opción y lo condenó a trabajar en circos.

Tan solo hacia el final de su vida encontró algo de paz y esperanza al conocer al cirujano Frederick Treves, quien le posibilitó ser alojado en un hospital londinense, dentro de una habitación para enfermos infecciosos, donde recibió cuidados médicos y atenciones que le permitieron disfrutar de cierta, efímera, comodidad.

Semejante historia no podía ser ajena al cine y al teatro. En 1980, el jovencísimo cineasta David Lynch dirigió un film tan memorable como exitoso (el cual se aleja bastante de la pieza escénica) con un elenco encabezado, admirablemente, por John Hurt (Merrick) y Anthony Hopkins (el abnegado Dr. Treves), respectivamente.

La actuación de Alejandro Paker (Merrick) es sorprendente y altamente meritoria. Apartado de las imágenes que pueden hallarse en internet, su cabeza rasurada, a cara lavada, solo emplea una prótesis bucal que le modifica el habla, pero con un gran uso expresivo de la voz y el cuerpo, logra transmutarse en una criatura que inspira profunda piedad.

A su lado, Gustavo Garzón cumple con sobrado oficio el papel del doctor Treves y Raúl Rizzo saca de su proverbial galera de personajes, la oscuridad de seres como el detestable explotador de feria de fenómenos o el cínico prelado. La dirección parece más orientada a sostener un bello marco visual que al desempeño de todo el elenco.

por Jorge Luis Montiel

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