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SHOWBIZ | 02-09-2013 14:18

Cuando el cine muestra más que solo cine

Las salas proyectan conciertos de rock, ópera, musicales y deportes, en pantalla gigante y calidad digital.

En el 2002 George Lucas dijo que el celuloide estaba muerto y a muchos les pareció una blasfemia, no más que un truco publicitario del director que estrenaría ese mismo año Star Wars II: El ataque de los clones, el primer film “mainstream” filmado enteramente con cámaras digitales. Pero el tiempo le daría la razón. La digitalización del cine está cambiando la industria.

Ya es una tendencia consolidada por varios años que las compañías que fabrican cámaras de cine haya dejado en muchos casos de hacer modelos para el tradicional "film" de celuloide y se avoquen al desarrollo de más y mejores cámaras digitales, en una particular contienda por alcanzar la máxima calidad. Hay, sin embargo, quienes aún hoy –el director Christopher Nolan, por ejemplo– sostienen que el celuloide es irreemplazable. Que la textura y la captación de la luz del sistema que produjo las más grandes películas del siglo XX no se compara con el escaneo por píxeles de las imágenes digitales.

Pero la discusión ya está casi saldada. La última película que lleva por protagonista ni más ni menos que al legendario Superman, “Man of Steel”, cuyo productor es el propio Nolan, si bien fue filmada en celuloide –abrazándose a esta lógica nostálgica de la calidez del material analógico–, fue convertida a 3D digital en post-producción. Es que el mercado, al menos del lado más civilizado del planeta, ya casi no concibe películas "a la antigua". Todo conduce a pensar que el viejo y querido celuloide, dentro de unos pocos años, ocupará el lugar que en la música ocupan los vinilos: un soporte vintage utilizado para lograr un gustito especial. No más que eso.

Cambio de hábito

Sin embargo, la digitalización del cine abarca mucho más que la discusión estética sobre qué clase de material se utiliza como soporte a la hora del rojade. Porque la era digital no solo cambió drásticamente a la industria en su etapa de producción, sino también en sus canales de distribución y, por supuesto, su en su forma de exhibición.

Porque una de las ventajas de dejar de proyectar desde rollos de cinta de 35 mm para pasar a hacerlo desde archivos digitales de video es –además de una reducción de costos y volúmentes– que abre la posibilidad de expandir el negocio de los cines más allá de las fronteras de Hollywood.

Así surgen los denominados “contenidos alternativos”. Conciertos de rock, ópera, ballet, deportes, conferencias e incluso recorridas por museos, se exhiben en las grandes pantallas de todo el mundo, modificando el propio concepto de “ir al cine”.

“Cuando abrimos la primera sala digital apareció un tipo que quería declarársele a la mujer, proponerle casamiento, y pudimos hacerlo”, cuenta Heriberto Brown, director general de The other screen, una compañía creada en 2009 por Ralph Kaiek (creador de MuchMusic Latinoamérica), FilmSuez y él mismo, que se dedica exclusivamente a distribuir contenidos alternativos. La anécdota pertenece a los años en que Brown dirigía la cadena de cines Hoyts.

“El formato digital te permite exhibir cualquier cosa, y eso fue lo que nos permitió crear la compañía”. Es que con los proyectores tradicionales solo podían exhibirse los contenidos que hubieran sido copiados en un rollo de cinta. Con los proyectores digitales, el panorama cambia.

The other screen es la principal distribuidora de contenidos alternativos de América Latina, y la que se ha encargado de llevar los más taquilleros a las salas de la región. A fines del año pasado, se estrenó casi en simultáneo, en cines de todo el mundo, “Coldplay Live”, el registro de la gira que la banda británica realizó para presentar su último álbum, Mylo Xyloto. Cinco mil personas asistieron al evento en la Argentina. Un número nada despreciable para una única función en cine.

Un mundo digital

Según la consultora Screen Digest, hasta 2012, el 69% de las pantallas de cine del mundo ya eran digitales, y la tendencia conduce a creer que, en pocos años, los proyectores de 35mm desaparecerán. En la mayoría de los países de Europa, en Estados Unidos y, dentro de Latinoamérica, México, casi el 100% de las pantallas son digitales.

El cambio se está produciendo a tal velocidad que las productoras de cine están evaluando dejar de producir copias en cinta para la exhibición de sus filmes. El formato digital, además, reporta otras ventajas adicionales: no se gasta ni se raya, como sí les sucede a los rollos de cinta, y su distribución es más sencilla y económica.

En Argentina, si bien en general la digitalización se mantiene rezagada, las grandes cadenas de cines prometen total digitalización de sus salas para fines de este año, e incluso el INCAA (Instituto Nacional de Artes Audiovisuales) ha lanzado recientemente el “programa de digitalización de salas cinematográficas”, con incentivos para el aggiornamiento de los exhibidores.

“Hoy, todavía, hay pocas pantallas digitales. El que más tiene, tiene cuatro. Y son las salas grandes, que son las salas de apertura”, agrega Brown. “Es muy difícil para un exhibidor levantar la apertura de cualquier blockbuster, en las primeras dos semanas dos semanas de exhibición.

Cuando las salas chicas estén digitalizadas, va a ser mucho más fácil programar contenidos alternativos”. Para Brown, el valor agregado de los contenidos alternativos o “cinema event” (“cine evento”, tal el concepto que viene siendo utilizado en Europa) es abrir el espectro de programación de los exhibidores.

“Nuestro negocio es distribuir contenido, pero principalmente, darle tránsito al cine en horas y días en que la gente no va a ver una película, pero sí iría a ver un producto distinto. Es poco probable que alguien vaya a ver ópera un sábado a la noche, pero sí un lunes a la noche, o un martes a la noche. O sí vas a poder ver un concierto de rock pesado en la trasnoche del sábado, porque la gente no va masivamente a ver una película en la trasnoche del sábado”.

Así es que las salas de cine comienzan a ser plataformas dispuestas a más oportunidades de venta, en un momento donde, por un lado internet y por otro la proliferación de sistemas hogareños de video, les han quitado clientes.

Rock and... todo lo demás

La exhibición en cines de conciertos de rock es una tendencia en alza. El citado caso de Coldplay, o “Celebration Day” de Led Zeppelin, el concierto que dio la banda en el O2 Arena de Londres en 2007, son sus máximos exponentes. El sistema recorre el mismo camino que cualquier película. Se filma el concierto, se exhibe en cine, luego se lanza el DVD y al final es vendido a la televisión.

"Lo que más tráfico genera hoy en día, entre los contenidos alternativos, es la música contemporánea y en particular los conciertos de rock. Porque es donde más pantallas se puede programar, por la diversidad de públicos que atrae”, explica Brown.

Por otro lado, los deportes también son contenidos aptos para las salas de cine. Y es así que varias de las salas más importantes de la Ciudad de Buenos Aires proyectaron en 2010 los partidos del mundial de fútbol de Sudáfrica, y ya está todo preparado para que se repita el esquema con los partidos de la próxima Copa del Mundo de Brasil, el año que viene. Y esta vez, todo indica que los partidos serán proyectados en 3D, añadiendo un ingrediente más al menú.

Mientras que la tendencia generalizada –que más daño le provoca a la industria de las salas de cine– es llevar cada vez más y mejor entretenimiento al hogar, los contenidos alternativos de cine buscan exactamente lo opuesto: devolverle al público la experiencia de las megapantallas y el sonido de alta calidad, arrastrando más audiencia hacia días y horarios menos populares.

Esta es una versión digital adaptada de la nota publicada en Revista Noticias edición 1914. Para adquirir la versión completa haga click aquí.

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por Tomás Rodríguez Ansorena

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