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SOCIEDAD | 15-10-2013 16:40

El Breaking Bad porteño y la metanfetamina chic

La droga estrella de la serie norteamericana crece en la Argentina, y es de consumo VIP. Fotos.

Quizás la serie misma resultó más adictiva que la droga que la protagonizó.“Breaking Bad” contó la historia del químico Walter White, que -diagnosticado con un cáncer terminal- dedicó el fin de su vida a fabricar metanfetamina, una de las drogas sintéticas más letales del mundo. Ningún televidente habló de otra cosa este año. Se convirtió en uno de los fenómenos culturales más grandes de esta década a nivel global: más de diez millones de personas sintonizaron su capítulo final el 29 de septiembre. Y más allá del adorable y antiheroico White, la droga misma fue la estrella.

En Estados Unidos, la sustancia derivada de la efedrina, en forma de cristales con efectos furiosos e inmediatos, barata y sencilla de producir -White la manufacturaba en una casa rodante- se impuso en los últimos años como la droga callejera más destructiva, con un nivel de adicción similar al del paco.

Pero más allá de las fronteras americanas, la metanfetamina no se volvió todavía un fenómeno narco a escala mundial. Aunque ya empezó a hacer apariciones estelares. “Breaking Bad” ayudó a instalarla en el imaginario colectivo. En la Argentina ya no es desconocida, su nombre comenzó a sonar. Hoy, lo más parecido a Walter White pero a nivel criollo espera sentado en una celda del penal de Ezeiza.

El 26 de septiembre último, tres días antes del final de la serie, la división Drogas Peligrosas de la Policía Federal irrumpió en el departamento de Francisco Ribas Rocher, un español de 44 años con conocimientos de química, en la esquina de Suipacha y Viamonte, pleno centro porteño. Ribas Rocher quedó detenido y fue enviado a Ezeiza. La causa hoy está en manos del juez Oyarbide.

Su departamento era apenas un monoambiente de seis por tres metros, nada llamativo. Lo que había adentro nunca había sido encontrado antes en territorio porteño: una máquina para compactar pastillas, más de 21 mil comprimidos y materia prima para cerca de cien mil más, además de cocaína, dólares y tres armas de fuego. Sergio Berni, secretario de Seguridad, afirmó: "Es la primera vez que aquí en Capital nos encontramos con un laboratorio de drogas sintéticas".

Se creyó que lo hallado era éxtasis, en un primer momento. Pero días después, tras varios análisis de laboratorio, lo que sorprendió a los agentes de Drogas Peligrosas fue el ingrediente activo con el que se hacían las pastillas. No era safrol, el granulado asiático con el que se hace el éxtasis, sino metilona, una sustancia más reciente que, según fuentes de la división de Precursores Químicos, es un polvo derivado de la metanfetamina, miembro de la misma familia de drogas químicas, e igual de adictiva.

El valor de calle de cada pastilla no baja de cien pesos: el volúmen incautado era una considerable narcofortuna. Un alto jefe de la Federal afirma: “La metilona llegaba por correo internacional, disimulada en libros. Aquí se armaban las pastillas. Su efecto es similar al éxtasis, pero es mucho peor, más traumático en el cuerpo. Y es más barato que el éxtasis verdadero. Le venden gato por liebre a los consumidores. Creen que toman éxtasis de calidad. Es una estafa”.

No fue la primera vez que la Federal se cruzó con una carga de metilona. El Operativo Sassafrás de agosto del 2012 desbarató a una banda que adulteraba éxtasis y LSD con la substancia. Un estudiante de medicina estuvo entre los detenidos. El experimento tenía sujetos de prueba humanos: los cobayos para las nuevas dosis con metilona eran los dealers mismos, adictos usados para testear el material que sufrían efectos adversos como ataques de paranoia, arritmia y noches sin dormir.

El triple crímen de General Rodríguez en el 2008 tuvo como estrella a la efedrina, una de las sustancias madre de la metanfetamina, y un oscuro vínculo local con narcos mexicanos. Prohibida en México pero legal en Argentina en aquel entonces, más de 40 mil kilos de esa sustancia se importaron al país entre 2006 y 2008. Ese último año, se detuvo a un grupo de narcos mexicanos que había montado una cocina clandestina de metanfetamina en Ingeniero Maschwitz: ocho de ellos fueron condenados y deportados del país.

La metilona, por su parte, opera en un vacío legal: todavía no se encuentra en la lista de estupefacientes del decreto 722, la lista oficial de drogas prohibidas en la Argentina. Pero sea metanfetamina o su derivado, su consumo nacional encierra una paradoja: mientras que en Estados Unidos es una droga lumpen típica de los márgenes de la sociedad, en Buenos Aires su zona de consumo son las fiestas electrónicas de Costanera Sur, una suerte de paco chic para los hijos más tóxicos de las clases acomodadas. Una dealer en una discoteca de clase alta fue el eslabón débil que llevó al procedimiento en Viamonte y Suipacha.

Sergio Berni jamás vio “Breaking Bad” en su vida. Tampoco cree que la metanfetamina sea un fenómeno a venir. La cúpula más alta del Ministerio de Seguridad no ve, todavía, en el hallazgo de Suipacha y Viamonte el riesgo de que las pastillas salten de la disco al barrio. Una fuente de peso en el Ministerio afirma: “Metanfetamina hay, pero todavía poca. La veo contenida en boliches, en fiestas electrónicas”.

Los números del SEDRONAR -el organismo estatal que monitorea el consumo, prevención y narcotráfico- con respecto a anfetaminas y drogas químicas son minoritarios. El Observatorio de Drogas del organismo publicó sus últimos datos sobe consumo en el 2010. Poco más de 100 mil personas reconocieron haber probado éxtasis, un 0,6% de la población consultada. Pero la doctora Mónica Cuñarro, fiscal general, profesora de la UBA, ex titular de la Comisión Especial de Delitos Complejos y una de las mayores expertas en drogas del país, no cree que esto sea un peligro leve. La lógica que vuelve letal a las drogas de diseño es muy sencilla: para hacer cocaína, se necesita una plantación; para hacer metanfetamina, un montón de químicos y una casa rodante.

Cuñarro explica: “Las drogas de diseño son la consecuencia de los cambios económicos, pues no requieren de tiempo de plantación, cosecha, intermediarios, grandes lazos para su distribución, ya que se necesita solo un pequeño lugar en el cual hacerlas. Es decir, su existencia y expansión se debe a que por el producto se necesita menos inversión y se gana más”. Y sobre la metanfetamina, sentencia: “A mi criterio es producida aquí, pues para su producción no se requiere demasiada infraestructura, y los precursores están a mano”. Para la abogada, otro problema está en “la falta de estadísticas actuales. No hay registros objetivos claros que nos permitan dimensionar el fenómeno. Solo queda la incautación y eso no marca el consumo. Y, lamentablemente, hay conciencia sobre el tema cuando hay sobredosis”.

En Buenos Aires, los consumidores de drogas de diseño se conocen entre ellos, al menos por vía virtual. El foro web Argenpills es un nodo de comunicación al menos sorprendente. Los usuarios se ofrecen consejos sobre drogas, comparten experiencias, evalúan nuevas pastillas y se alertan entre sí de dealers poco confiables, siempre con las fiestas electrónicas y las discos como escenario. Los más gourmet, sibaritas de los tóxicos, saben el peligro de tomar una pastilla desconocida y hasta admiten aplicar el test Marquis de alcaloides para identificar la sustancia. Y en el archivo de charlas, la metanfetamina aparece al menos desde el 2009. Los más viejos hasta narran un momento hace dos años, donde la metanfetamina aterrizó en la discos ante la falta de éxtasis.

En Argenpills, la metanfetamina tiene sus adeptos y detractores. “Una cagada, no dormís por dos días”, reconoce un usuario. “A mí el mambo de la meta me gustó pero tenés que meterle alcohol”, reconoce otro. Pero al final, el gusto es amargo. Un chico admite: “La tomé el sábado. Una semana destruido sin poder vivir, por cuatro horas de bailar”. Ese es el más leve de sus efectos.

Peligroso cristal

La metamfetamina, tal como existe en “Breaking Bad”, llega en forma de cristal tras una cocción de varios precursores químicos como la efedrina; se puede consumir por vía oral o ser fumada, causa intensa euforia y libido. Pero su poder de adicción es altísimo. Una búsqueda en Google de su nombre callejero en inglés (“crystal meth”) basta para ver imágenes de adictos con el cuerpo arruinado tras tiempo de consumo. Puede causar alucinaciones, infartos y ataques de violencia. Pero la metanfetamina es un concepto farmacológico más amplio, en una familia de drogas químicas. Se emparentan estimulantes como la metilona y el MDMA, por ejemplo, todos con efectos euforizantes.

Ésta es una versión adaptada de una nota publicada en Revista Noticias edición 1920. Para adquirir la versión completa hacé click aquí, o encontrala en los principales quioscos del país. 

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por Federico Fahsbender

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