Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 19-12-2013 15:28

Olga Beatriz, la Ciccone que faltaba

Se unió con el clan para hundir a Boudou, que está cada vez más complicado. Peleas de familia e infarto. La reunión en Economía.

Sus médicos le aconsejaron no declarar. “No estaban muy de acuerdo con esto, pero era importante venir y ayudar a la Justicia”, fue casi lo último que dijo Olga Beatriz Ciccone frente al juez Ariel Lijo, pasado el mediodía del martes 10. La salud de “Bettina”, como la llaman sus íntimos, empezó a crujir a partir del 16 de julio del 2010. El pedido de quiebra a la imprenta por parte de la AFIP derivó en un estrés importante. Por pedido de los médicos y de la propia familia, la hija de Nicolás Ciccone se alejó de la empresa. Pero eso no era nada comparado con lo que venía.

El martes 6 de marzo del 2012, una semana después de la solicitada en la que The Old Fund se adjudicaba el 70 por ciento de la ex Ciccone, Olga Beatriz ingresó en la guardia del Hospital Austral con un infarto agudo de miocardio. La internaron por varios días, la obligaron a recluirse en su casa del country Mayling, en Pilar, y la medicaron.

Ahora, la mujer está al borde de los 54 años. Bien llevados. Si sigue bajo tratamiento médico, como declaró ante el juez, el martes 10 se encargó de disimularlo con elegancia: bajó las escalinatas de los tribunales federales de Comodoro Py y se mostró impecable ante las cámaras. Esa tarde, se convirtió en la tercera integrante de la familia Ciccone que complicó aun más el legajo judicial del vicepresidente, Amado Boudou.

Estallido. Si bien empezó a trabajar en la empresa familiar a los 19 años, Olga Beatriz recién tuvo un rol importante a partir del 2009, cuando asumió la presidencia de la imprenta. Se ocupaba, según declaró, del área de Recursos Humanos, y era el nexo entre la comisión interna y el directorio. También estaba a cargo de la compra de insumos y la organización de eventos. Era abogada, pero no ejercía como tal. Como presidenta de la compañía, había pedido un plan de facilidades de pago a la AFIP que nunca se concretó.

Olga Beatriz tenía devoción por su padre, “una profunda admiración”, según le confesó al juez Lijo. Con la soga al cuello, los Ciccone todavía se mantenían unidos. Los lazos familiares recién empezarían a resentirse a fines del 2010, con la intromisión de Boudou y de su mejor amigo, “Nariga” Núñez Carmona. Si bien Olga Beatriz no participó activamente de las negociaciones, su papel era clave: aunque estaba apartada de las decisiones, tenía la lapicera más importante de la imprenta, la de la Presidenta.

Entre fines del 2010 y los inicios del 2012, el clan familiar fue un polvorín. Núñez Carmona los presionaba para vender, Nicolás Ciccone no veía otra alternativa –envalentonado en parte por su yerno, Guillermo Reinwick, que acercó a los amigos de Boudou–, pero Héctor, su hermano cofundador de la imprenta, tiraba para atrás. Pablo Amato, marido de Olga Beatriz, siempre estaba de acuerdo con las decisiones de su suegro Nicolás.

Septiembre del 2010 fue uno de los meses más importantes en la trama del escándalo. También para ella. El primer día del mes, lo acompañó a su padre a un estudio jurídico de la calle Tucumán, en el centro porteño, a firmar el traspaso accionario: “Me pareció importante estar a su lado”. Esa tarde vio por primera vez a Núñez Carmona: “Era hiperactivo y malhablado, y me incomodaba cómo se dirigía a mi padre”. A Boudou, según declaró, no lo conoció jamás. El monotributista Alejandro Vandenbroele –titular de The Old Fund–; su marido, Amato; su cuñado, Reinwick; su tío Héctor y su prima Silvia Ciccone también se hicieron presentes en el estudio jurídico. Héctor Ciccone no tenía ganas de firmar: recién lo hizo al otro día. A esa altura, Núñez Carmona era quien mandaba.

A los pocos días, según recordó en el tercer piso de Comodoro Py, Olga Beatriz participó de una reunión clave para el expediente. Núñez Carmona y Vandenbroele la convocaron al Hotel Hilton de Puerto Madero a firmar papeles. Desde allí todos fueron al Ministerio de Economía. “Vamos al ministerio que hay que firmar algo”, fue la orden del socio de Boudou. La acompañaron su marido y Vandenbroele: los cuatro entraron al ministerio por las cocheras del costado y Núñez Carmona los hizo pasar. La escena es doblemente importante, siempre según ella. Es la primera vez que un protagonista directo revela que Vandenbroele, cara visible de la sociedad que se apropió de la imprenta, pisó el Ministerio de Economía mientras Boudou fue ministro.

En guerra. Para ese momento, las relaciones entre el clan familiar ya estaban resquebrajadas. En el verano del año pasado, tras las declaraciones radiales de Laura Muñoz, ex esposa de Vandenbroele, la familia se congregó en el Pacheco Golf, en la casona de Reinwick. Todas las miradas apuntaron al dueño de casa: el único invitado por fuera del clan, Núñez Carmona, les comunicó que el anfitrión pasaría a ser el titular de The Old Fund, la nueva controlante de la empresa. “La situación generó un problema familiar importante”, declaró la hija de Nicolás Ciccone.

El segundo encuentro familiar fue el 29 de febrero, después de la solicitada en los diarios que blanqueó el rol de The Old Fund, en el country Mayling. Y terminó de dinamitar a la familia. Nicolás Ciccone le mandó a decir a Reinwick, según declaró el yerno, que no iba a parar hasta meterlo preso. Olga Beatriz fue más directa: según Reinwick, levantó el teléfono y lo saludó con un “pedazo de hijo de mil puta”.

Ahora, todos se unieron para un solo objetivo: hundir a Boudou.

por Federico Mayol

Galería de imágenes

Comentarios