Thursday 28 de March, 2024

RESTAURANTES | 30-01-2014 19:58

“Makarska”, una aventura de verano

Calle 13 e/ 100 y 102, Mar del Sur, Pcia. de Buenos Aires. (02291) 491072. Cocina croata. Abierto mediodía, tarde y noche hasta el 4 de marzo. Reservas. Solo efectivo. Precio promedio: $ 150.

La decadente majestuosidad del viejo hotel “Boulevard Atlántico”, da a Mar del Sur un aire de pueblo fantasma. Esta maravillosa mole de arquitectura neoclásica, hoy solo abierta para visitas guiadas, se terminó de construir en 1890 pero una sucesión de debacles financieras, remates y tornados, no permitieron jamás que funcionara a la altura de su grandiosidad. Hoy, justo en la esquina del hotel, hay un cartel metálico que invita visitar a otra rareza de Mar del Sur: “Makarska”, un restaurante de auténtica cocina croata, visita obligatoria de veraneantes de la zona.

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Es incierto cómo llegaron allí, en 1975, los abuelos de Adriana Rusendic. Oriundos de Makarska, un paradisíaco balneario croata sobre el Mar Adriático, decidieron asentarse en Mar del Sur y abrir su restaurante. Adriana aprendió de su abuela el oficio de estirar la masa del strudel, arte que hoy enseña a sus hijas Adriana y Clarita, a quienes “todavía les falta practicar”. Esa masa, que empieza como un bollo y se estira, con mucha mano, hasta convertirse en un gran mantel finito y translúcido, se rellena de lo que sueñe, y luego va al horno. “Makarska” tiene siete tipos de strudels, entre salados y dulces: desde el clásico de manzana para la hora del té (una gloria en días de lluvia) hasta el de mariscos (berberechos, camarones, mejillones y vieyras) cubierto con crema al verdeo.

Otras especialidades de la casa son el gulas (leáse “gulash”), pequeños ñoquis con guisado de ternera cortada a cuchillo; el sarma, un niño envuelto en hoja de repollo, acompañado con chucrut y pechito de cerdo; y el ají relleno de carne, panceta ahumada y arroz, con puré. La cocina de “Makarska” es bien casera, hecha como en cualquier pueblito de Croacia, donde se prepara una gran olla para que alcance para todos. Esto a veces implica que la comida se recocine, pero el sabor prevalece.

Ni sueñe con comer en “Makarska” sin reservar. Muchas familias tanto de Mar del Sur como de Miramar y Mar del Plata, los balnearios más cercanos, planean allí al menos una comida obligatoria por temporada. El salón está intacto desde hace veinte años y la entrada, donde está el horno de barro, es de un descuido llamativo; pero a tono con el espíritu descontracturado de las vacaciones. En “Makarska” se arman grandes mesas con familias enteras en ojotas y pulóver, quemadísimos y hambrientos luego de un día de playa. La comida de “Makarska” es de lo más reparadora. Para los niños un strudel de ricota es infalible, pero también la carta tiene una buena variedad de minutas clásicas.

En Croacia se bebe con ganas, pero en “Makarska” de Mar del Sur, la bebida elegida es la cerveza. Para después de comer, le recomendamos probar algunos de sus licores: de pera, nuez, cereza o, si se anima, la célebre Slijvovica, una grapa de ciruela. Si no llega este año a Mar del Sur o si les teme a los pueblos fantasmas, “Makarska” tiene su sucursal porteña: “Dobar Tek”, en San Telmo.

por Cayetana Vidal Buzzi

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