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CIENCIA | 15-05-2014 14:30

Tesoros millonarios en el mar profundo

El labor de los rastreadores de reliquias hundidas en los océanos. Cultura vs. Negocio. [FOTOS]

Ya muy atrás quedaron los días en que los cazadores de tesoros llevaban un parche en el ojo, un deteriorado mapa en sus bolsillos, y una flameante carabela embarcada hacia los rumbos donde esa “X” borroneada insinuaba podrían existir extraordinarias riquezas enterradas. Con muchas de las fortunas terrestres ya descubiertas, hoy los buscadores de tesoros se lanzan a las profundidades del océano, donde brújulas y catalejos han pasado de moda, y lo que prevalece ahora son radares de última generación (sonares) y poderosos robots submarinos operados a distancia.

Según la UNESCO, se estima que hay unos tres millones de naufragios en las aguas del planeta, desde pequeños navíos fenicios sumergidos en el mar Mediterráneo hasta modernos buques de guerra dispersos por los océanos. Muchos de ellos, aseguran, portarían carga de valor tanto económico como histórico, por lo que han aparecido empresas que, gracias a las nuevas tecnologías disponibles, consiguen llegar a las enormes profundidades marítimas a un costo cuanto menos rentable. Siempre se supo que los tesoros estaban, sólo que no existían los avances suficientes para alcanzarlos sin fundirse en el intento.  

La semana pasada, la compañía más importante a nivel global, Odyssey Marine Exploration (OMEX), que cotiza en la bolsa de Nueva York, anunció la recuperación de cinco lingotes de oro del barco SS Central América por un valor de U$S 1.300.000 dólares. El navío, hundido por un huracán caribeño en 1857, transportaba 21 toneladas de oro destinadas a bancos de Nueva York, y el pánico que generó su pérdida desató una de las primeras crisis financieras.

Pero ese botín no ha resultado más que un vuelto para la compañía, que tiene en su historial hallazgos famosos más espectaculares: en julio del año pasado recobró 60 toneladas de plata valuadas en U$S 40 millones del SS Gairsoppa, un barco británico hundido en 1941 por un torpedo alemán, cerca de las costas de Irlanda. ¿A qué profundidad? 4.700 metros, casi un kilómetro más hondo que el Titanic.

Hasta ahora, quizás el más preciado tesoro encontrado haya sido el que se recuperó del “Cisne Negro”, embarcación española de la era colonial hundida en 1804, con un cargamento en metales preciosos valuado en U$S 500 millones.

Sin embargo, en ese caso la carga debió ser devuelta al gobierno de bandera. Por más cientos de años que hayan pasado en el medio, las embarcaciones pueden tener un dueño. Por eso, tienen a disposición un equipo internacional de abogados marítimos que frente a cada descubrimiento se ocupan de mitigar el riesgo de litigios.

El método

Pero los restos de naufragios, en principio, no se buscan en las aguas sino en las bibliotecas. La compañía cuenta con un equipo permanente de investigadores que analizan, en base a registros de diversas épocas, posibles localizaciones de antiguos barcos hundidos para minimizar así el rango de búsqueda física (y su costo) y verificar, asimismo, el potencial valor de la carga que llevaban.

Sólo si hay suficientes documentos históricos tanto para aproximar su locación como para probar la existencia de una carga valiosa, se procede entonces a la búsqueda física en los océanos.

En 2012, los costos de “research” y operatoria del SS Gairsoppa, el barco inglés, ascendieron a U$S 17,8 millones. Es importante tener la garantía de que ese enorme gasto será solventado después, monedas de oro y plata mediante.

Acusaciones y RSE

Existe una muy delgada línea entre lo arqueológico y lo comercial. Con frecuencia empresas de este rubro (como también Blue Water Ventures- Deep Blue Marine- Earth Dragon Resources) reciben acusaciones de saqueadores. Ellos, por su parte, aseguran respetar los estándares arqueológicos impuestos por la UNESCO.

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por David Feliba

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