Friday 29 de March, 2024

POLíTICA | 17-05-2014 10:18

Lorenzetti despide a Argibay, "la reina de los hoyuelos"

El presidente de la Corte Suprema recuerda a su amiga. Cómo resistía las presiones.

Quiero comenzar este pequeño homenaje diciendo que el fallecimiento de Carmen nos ha dolido profundamente, porque habíamos construido una relación  humana excepcional. Nuestra querida “Reina de los hoyuelos”, como le decía el doctor Fayt, nos dejó tempranamente y la vamos a extrañar.

Con Carmen ingresamos casi juntos en la Corte y trabajamos mucho por un modelo institucional. El futuro de nuestro país depende de que sus instituciones sean fuertes, de que tenga reglas previsibles para que cada uno pueda programar su futuro y el de sus hijos con tranquilidad y que cada ciudadano sienta que sus derechos son respetados. Para que eso sea posible, se necesita un Poder Judicial independiente y que responda con celeridad a las demandas de los ciudadanos.

Este modelo institucional es el que nos ha inspirado desde que ingresamos a la Corte. Al recordar a Carmen, creo que es ineludible resaltar su vocación por el Poder Judicial. Toda su vida la dedicó a la magistratura, en distintas posiciones, pero siempre enfocada en la resolución de casos criminales. Esta extensa experiencia se notaba en sus opiniones, equilibradas, medidas y enfocadas en garantizar el debido proceso en el juzgamiento. Esta trayectoria en el Poder Judicial le enseñó a desdeñar las presiones que todo juez recibe cuando tiene que decidir casos importantes.

En la Corte tuvimos momentos difíciles, en muchos casos con ataques personales a sus miembros. Ella siempre decía con su estilo directo: “No hagamos caso a las injurias, sigamos con nuestro trabajo”. En la Corte asumió sus responsabilidades con esa visión de jueza entrenada en la profesión que amaba, con mucha dedicación. Ello no le impidió dedicarse a los temas institucionales y, por eso, llevó adelante la Oficina de la Mujer, la reforma del Cuerpo Médico Forense y las políticas contra la discriminación.

El destino hizo que comenzáramos a trabajar casi al mismo tiempo en la Corte. Ella había sido nominada antes, pero tenía que terminar el juicio que llevaba en La Haya. Nos reuníamos mucho, porque ambos compartíamos las mismas dudas, los temores de ejercer un cargo de grandes responsabilidades y juntos fuimos intercambiando ideas y compartiendo visiones.

Quiero agradecer a Carmen el enorme apoyo que siempre me brindó como presidente de la Corte. Aun en los momentos más difíciles, ella siempre estuvo a mi lado, y los enfrentamos juntos porque teníamos los mismos principios. Estoy convencido de que esos principios permanecerán en el tiempo, más allá de nosotros mismos, que, en definitiva, somos servidores transitorios de la función pública.

(*) El autor es PRESIDENTE de la Corte Suprema de Justicia.

por Ricardo Lorenzetti

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