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TURISMO | 10-12-2014 20:41

Ibiza: la joya del Mediterráneo

La isla favorita de bon vivants de todo el mundo cruza historia y presente continuo.

Es la perla más buscada del Mediterráneo, un lugar de contrastes. Allí llegan familias en busca de playas blancas, las celebrities por su cuota de anonimato, jóvenes que van por sus fiestas all night long, excéntricos millonarios en yates lujosos y viajeros ávidos de naturaleza virgen: todos conviven bajo el mismo sol.

Los jóvenes convirtieron la vida nocturna en el negocio principal de la economía ibicenca. Aunque desde los entes de turismo buscan diversificar el negocio y predican la fortaleza de otros atractivos, todo invita a vivir la noche. Ya apenas arribados, y dejando atrás el aeropuerto, los carteles a los costados de la ruta promocionan las distintas  fiestas con DJs internacionales, como es el caso de Aoki o David Guetta, quien da el  comienzo de temporada en Pacha o Amnesia, con un valor promedio de la entrada que ronda los 60 euros. En el lujoso hotel Ushuaia, recientemente inaugurado, a las 5 de la tarde comienza la fiesta alrededor de la inmensa piscina y continúa hasta el amanecer.

A simple vista desde la ciudad, se pueden divisar los vestigios del paso de la historia. Asoma allá lejos y a lo alto el casco conocido como Dalt Vila, una fortaleza renacentista construida por Felipe II, con el fin de proteger la isla del permanente ataque de piratas. Comenzando el recorrido desde su punto más alto, se encuentra la plaza de la Catedral desde donde se obtiene una vista panorámica de la ciudad, y a partir de allí hay que caminarla a través de un laberinto de calles encaladas que toma aproximadamente una hora a pie, pasando por la Catedral de Santa María, Museos (Diocesano, Arqueológico), el antiguo convento de los dominicos, actualmente sede del Ayuntamiento de Ibiza, y varios miradores más que van conduciendo hasta la base en donde locales de ropa y barcitos aguardan a quienes allí encuentran el atardecer y deciden hacer un alto para degustar algo de vinos y tapas. Casi al final está el Patio de Armas donde durante años se desarrolló el primer mercado hippie. También a comienzos del mes de mayo, tiene lugar la feria Ibiza Medieval, realizada para festejar la declaración por parte de la UNESCO de las murallas como Patrimonio de la Humanidad (1999). En esta feria se dan cita distintos espectáculos, artesanos y actividades recreativas con reminiscencias de la época en que se construyó la fortaleza.

A la vera del mar. Los 210 kilómetros de costa que albergan más de 80 playas de aguas transparentes y tranquilas, de color turquesa, hacen que el deporte preferido sea ir de cala en cala para descubrir todos los días una playa distinta con un paisaje que combina costas bajas de arenas blancas con abruptos acantilados. Estas playas pueden ser vírgenes o bien contar con servicios, con chiringuitos (puestos de playas), mercados de artesanías y también espacios solitarios para quienes eligen el nudismo como filosofía de disfrute, lejos de las miradas extrañas. A las calas se accede por las rutas costeras o bien en veleros que se arriman a las orillas en una típica postal mediterránea.

Cala D Hort es una de las mejores playas. Un lugar mágico frente al islote es Vedra , cuya altura de 385 metros captura todas las miradas y algunos también le atribuyen propiedades esotéricas. Esta parte es uno de los puntos indicados como preferidos para bucear por su fondo marino con praderas de Posidonia, garantía de la calidad ambiental del ecosistema.

Como sucede a lo largo de la costa Mediterránea, la puesta del sol es uno de los momentos más celebrados. A esa hora confluyen en los distintos paradores grupos de jóvenes, turistas y adoradores que contemplan ese momento. Una de las mejores vistas la tiene Platges de Comte. El rito tiene epicentro en el chiringuito Sunset Ashram, al sonar del chill out, y tambores que acompañan la ceremonia.

Con el paso de los días uno se da cuenta de que los sabores de Ibiza le resultan tan familiares que podría perfectamente adoptar como propia la cocina mediterránea. Si viaja a Ibiza no la abandone antes de probar sus mejores platos típicos, como la ensalada payesa (clásica de papas, cebollas, pimientos asados, tomate, huevo duro, cebolla, ajo y aceite de oliva) , bullit de peixe ( a base de pescado fresco) ni de adoptar como postre de culto el flao (receta a base de queso de cabra y oveja y menta, primo hermano de nuestro flan). Todo bendecido con el final de un licor de hierbas ibicencas (base de licor anisado con hierbas de la región).

Un tour gastronómico en Ibiza se abre entre lo tradicional y la nueva cocina fusión. Lo más sofisticado es presentado por el chef Paco Rancedo, en el restaurante del Hard Rock Hotel, Sublimotion, con una experiencia multisensorial de veinte platos, servido por un equipo de 40 personas, para un máximo de 12 comensales por noche, con un costo por persona de 1.650 euros. Lujos que adoptan algunos veraneantes exclusivos del balneario. Pero por suerte, la belleza natural está ahí nomás, disponible para los ojos de quienes se propongan llegar a descubrirla.

por Silvia Alegre

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