Thursday 28 de March, 2024

SOCIEDAD | 21-02-2015 00:34

Secretos de una ruptura

Adelanto del libro que desnuda los detalles de esta sociedad y de su imprevisto final.

La rémora es un pececito de lo más interesante. Con esa misma frase comienza la nota de tapa de la revista NOTICIAS del 10 de mayo del 2014. Y la rémora sigue siendo un bicho fascinante, sobre todo para ser usado como metáfora.

Una de las grandes curiosidades es que la rémora tiene ventosas en la cabeza, con las que suele adherirse al abdomen de un tiburón. Qué gana la rémora: movilidad, protección y, además, sustento. Porque la rémora se alimenta de los parásitos en la piel del tiburón y de los restos de comida que caen de la boca del animal más grande. ¿Qué gana el tiburón? Higiene.

La relación personal y profesional entre Jorge Rial y Luis Ventura podría equipararse, quizás antojadizamente, con la del tiburón y la rémora. Son mutuamente funcionales, pero cumplen roles muy distintos que, con el paso del tiempo, parecen haber tomado aún más distancia, al punto de que la última distancia fuera, al menos de momento, definitoria.

Rial es un tiburón hecho y derecho. Se mueve en silencio, puede oler la sangre y, ante todo, es despiadado a la hora de la cacería.

Muchos expertos suponen que el tiburón es uno de los animales vivos que menos modificaciones ha sufrido durante la evolución, pero que más ha perdurado. Una similitud y una diferencia. Porque, aunque aún es un tipo joven –y aunque hace menos de dos décadas era apenas un lacayo de Lucho Avilés–, Jorge Rial parece ancestral, mitológico. Da la impresión de haber estado ahí siempre. Sin embargo, la mutación del chico humilde de Munro al magnate cuasi-multimediático actual habla a las claras de una evolución. De un crecimiento que hizo a esta máquina de matar más y más poderosa con el tiempo. Y que Luis Ventura se haya convertido en su “segundo” es, como poco, curioso. Al fin y al cabo, Ventura es mayor –le lleva cuatro años–, viene de una tradicional familia de periodistas y se inició mucho antes en el gremio. En la prehistoria de esta relación, todas las condiciones estaban dadas para que Luis Ventura fuera el líder. Y, sin embargo, no […]

En el principio. Cuenta la leyenda que, a los dieciséis años, consiguió un número de teléfono de Jorge Luis Borges. Lo llamó y, por supuesto, tuvo que enfrentar el clásico “bloqueo” que hacen los asistentes de las celebridades. Pero una tarde, tuvo suerte: al otro lado del teléfono, la voz ligeramente ronca del autor de “El Aleph” acababa de atender el teléfono. Entonces, mintió. Se presentó como un pobre periodista con una familia por mantener y en riesgo de ser despedido si no conseguía una nota con Borges. El escritor se apiadó y dio la nota. La entrevista acabó publicándose en el periódico escolar del colegio La Salle de Florida, partido de Vicente López. Jorge Ricardo Rial –con mucho ingenio aunque con pocos escrúpulos, y aún sin haber pisado una universidad– acababa de graduarse de periodista. O algo así […]

La escasa información biográfica más o menos oficial que circula sobre Luis Ventura deja siempre la impresión de estar plagada de idealizaciones del pasado. Porque, si bien algunos nacen en cuna de oro, otros promulgan la prosapia del que nació en cuna de papel periódico. Al menos esa es la épica que Luis Ventura intenta imponer sobre su propia historia, ya desde la solapa biográfica de su primer libro (“Toda la verdad y nada más que la verdad. Los expedientes V”), donde afirma: “Luis Antonio Ventura nació un 14 de enero de 1956 en San Pablo, Brasil, hijo de padres argentinos y descendiente de una familia de periodistas. A los diez días de haber llegado al mundo, su papá lo llevó de visita a la primera redacción gráfica: la del prestigioso diario Folha de São Paulo. Desde ese momento, nunca más se fue del periodismo” […]

Sería en la redacción de Crónica donde las vidas de Jorge Rial y Luis Ventura se cruzarían por primera vez. Sí, aún cuando hoy el balance de poder parece colocar a Rial en el puesto de liderazgo, en aquellos tiempos remotos solo era “el chico nuevo” que trabajaba con Avilés. Ventura, en cambio, ya tenía una década de oficio.

Se cayeron bien mutuamente y Ventura casi apadrinó a Rial. Le pasaba datos y chimentos. Pronto dejaron de ser colegas para convertirse en amigos y compañeros de salidas nocturnas. Eran jóvenes, creían que podían comerse el mundo de un bocado.

Famiglia unita. Nada indicaba que algo en la pareja de Ventura y Estelita pudiera estar roto […]. Sin embargo, tan aferrados a sus hijos Facundo y Nahuel, Luis y Estelita ni se imaginaban que, en el 2014, la familia acabaría agrandándose por la fuerza, aunque esa expansión no involucrara a la legítima Stella Maris, sino a la vedette cordobesa Fabiana Liuzzi. La crisis total –con separación y reconciliación incluidas– les llegaría pocos meses después, cuando Ventura fuera pescado con las manos en la masa. O más bien con el ADN en un bebé que no era de su legítima esposa […].

Uno de los mayores interrogantes con respecto a la aparición de un hijo extramatrimonial de Luis Ventura es cómo sucedió.

Una fuente confidencialísima afirma: “Esa noche, él llevaba una caja de profilácticos encima. Ella se los sacó de la mano y los tiró, diciendo que no hacían falta”. ¿Habrá imaginado Ventura en ese momento que ella estaba utilizando algún otro tipo de anticonceptivo? Quizás haya sido ingenuo de su parte, pero no es improbable. Algunos –gente que a Liuzzi no la quiere ni un poquito– especulan con que lo habría hecho a propósito.

Después de la tempestad. Tras casi tres meses de ostracismo, confinado a solo tener pantalla en “Secretos Verdaderos”, el canal le daría a Ventura una nueva oportunidad y, el domingo 3 de agosto del 2014, se sumaría al staff de “Animales Sueltos”, el programa conducido por Alejandro Fantino.

Aún cuando se corriera el rumor de que la entrada de Ventura a “Animales Sueltos” fuera producto de una orden directa e irrevocable de Daniel Vila, según la revista Pronto, una fuente conectada con la dirección de América TV lo desmiente: “A Fantino le dio cosa lo que le pasaba a Luis y lo sumó a su panel, pero también sabía que le aportaba para el programa porque quería seguir más la actualidad”.

Un murmullo persistente en los pasillos de América llegó a afirmar, por aquellos tiempos, que sumar a Ventura al programa de Fantino era una forma sutil y elegante de vendetta. Es que el blondo animal suelto tiene una cuenta pendiente ancestral con el intruso por rumores que el segundo echó a correr sobre el primero.

Lo que sí le habría quedado muy claro a Ventura en su momento sería que, aun cuando con Alejandro Fantino nunca fueran realmente amigos, la solidaridad estaría ahí. En el ambiente televisivo correrían los rumores de una posible salida de Ventura de América TV a tal punto que recibiría ofertas tanto de Canal 9 como de El Trece.

por Diego Gualda

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