Thursday 28 de March, 2024

EMPRESAS | 26-02-2015 22:25

La corrupción al descubierto

El PT desvió millones de reales de la petrolera para financiar las campañas.

En octubre del 2014, los investigadores de la Operación conocida como “Lava-Jato”, reunidos en el cuartel general en Curitiba, miraban fijamente una fotografía pegada en la pared. La investigación del plan de corrupción más grande de la historia del país se acercaba a un momento decisivo. Delator del llamado “petrolão”, el ex director Paulo Roberto Costa ya había admitido que ciertos contratos de Petrobras eran sobrevaluados para enriquecer a empleados corruptos y abastecer las arcas de los principales partidos de la base de gobierno. En la foto pegada en la pared, Paulo Roberto aparecía de pie, en la cabecera de una mesa de reuniones, con un tiro en su cabeza dibujado con birome. Arriba de ella, había una nota que decía “dead” (muerto, en inglés). En ese momento, la atención de los investigadores estaba dirigida a otros personajes de la imagen. Era necesario atraparlos para poder cerrar el fraude delictivo. En noviembre, exactamente un año después de que la cúpula del PT condenada en el escándalo de corrupción fuera llevada a prisión, el juez Sergio Moro mandó a encarcelar a los ejecutivos de las empresas contratistas más grandes de Brasil, muchos de los cuales aparecen abrazados a Paulinho, sonrientes, en la imagen pegada en la pared del cuartel general de la Operación. La primera etapa de la misión estaba casi cumplida.

Entre los objetivos enumerados en la foto, solo uno escapaba a los investigadores. Justamente, el eslabón del robo con el partido del gobierno, el personaje que, ahora se conoce, comprueba con cifras elevadas cómo el PT, después de posar como vestal en los tiempos de oposición, asimiló, mejoró y elevó a niveles inimaginables lo más repugnante de la política al conquistar el poder. Recientemente, agentes de la Policía Federal llegaron a la casa del tesorero del PT, João Vaccari Neto, con una orden judicial para llevarlo a la delegación policial para prestar declaración sobre su participación en el “petrolão”. Vaccari se negó a abrir la puerta. Los agentes allanaron la casa para llevarlo a la sede de la Policía Federal en San Pablo. También se llevaron documentos, teléfonos celulares y archivos electrónicos. Ese material no tenía nada de relevante. Los agentes concluyeron que Vaccari ya había limpiado el terreno. En una declaración de aproximadamente tres horas, el tesorero negó las acusaciones y juró ser inocente. Nada que conmoviera a los investigadores. En el cuartel general de la operación “Lava- Jato”, la palabra “muerto” podría escribirse en la cara ceñuda del político del PT.

Delación millonaria. La nueva etapa de la operación fue un despliegue de declaraciones prestadas por el ex gerente de Petrobras Pedro Barusco, como parte de un acuerdo de denuncia. Barusco conquistó un lugar importante en el panteón de la corrupción al prometer la devolución de 97 millones de dólares recibidos en coimas, una cantidad espantosa para un empleado de tercer nivel. Al hablar con las autoridades, dijo que el PT recaudó, entre 2003 y 2013, entre 150 y 200 millones de dólares en dinero robado de noventa contratos de Petrobras. Según Barusco, el principal operador del PT en el plan era Vaccari, conocido como “mochila”, por andar siempre con una bandolera. Contó que el tesorero, identificado como “Moch” en las planillas que registraban la partición del botín hurtado, participó personalmente de las negociaciones, por ejemplo, para el cobro de coimas de astilleros contratados por Petrobras. Entrando en detalles, Barusco contó una historia que, a pesar de involucrar un valor más bien modesto, tiene un potencial político igualmente explosivo. El ex gerente declaró que, en 2010, el entonces director de Servicios de Petrobras, Renato Duque, solicitó al representante de la empresa holandesa SBM en Brasil, Júlio Faerman, 300.000 dólares para la campaña del PT de ese año, “probablemente atendiendo al pedido de João Vaccari Neto, lo que fue contabilizado por el declarante en ese momento como pago destinado al Partido de los Trabajadores”. En 2010, Dilma Rousseff disputó y conquistó el primero de sus dos mandatos presidenciales. La situación el tesorero del PT deberá empeorar en los próximos días con el avance de las negociaciones para el acuerdo de denuncia del contratista Ricardo Pessoa, dueño de la constructora UTC. Pessoa coordinaba “el club de los mil millones”, el grupo de contratistas que estafaban a Petrobras. Vaccari recurría a él con frecuencia para solucionar los problemas de caja del PT. Los dos conversaron varias veces en el año electoral de 2014. En uno de esos encuentros, según integrantes de la investigación que ya escucharon una previa de las historias poco ejemplares de Pessoa, Vaccari negoció con la UTC el recibo de 30 millones de reales (US$ 10,5 millones) en donaciones electorales. Cerca de 10 millones (US$ 3,5 millones) serían destinados a la reelección de Rousseff. Los 20 millones de reales restantes fueron distribuidos por Vaccari al PT y a los partidos de la base aliada.

Los proveedores amigos. La ley no impide la donación privada, siempre que se declare. El problema es que, según declaraciones formales, como las del cambista Alberto Youssef y del empresario Augusto Mendoça, las proveedoras de Petrobras donaron a las campañas del PT y de partidos aliados dinero robado de la empresa estatal. Lo que entró oficialmente a los cofres del PT fue producto del robo planeado y ejecutado por el partido. La coima se institucionalizó para ganar aires de legalidad y burlar la fiscalización de la Justicia Electoral. Nunca antes en la historia de este país la osadía había sido tan grande. Pessoa también está dispuesto a implicar en la historia al tesorero de la campaña de reelección de Dilma, Edinho Silva, colega de Vaccari en la colecta de donaciones electorales. El contratista contó que tuvo una reunión en San Pablo con Luciano Coutinho, presidente del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo), a ocho días del segundo turno de la elección presidencial del 2014. Pessoa negociaba una financiación para el consorcio que administra el Aeropuerto de Viracopos, del cual la UTC forma parte. Según el empresario, al fin de la reunión Coutinho le dijo que Edinho Silva entraría en contacto para pedir ayuda financiera para la campaña de Dilma. Edinho de hecho entró en contacto, y la UTC donó más de 3,5 millones de reales (US$ 1,25 millón). La declaración de Barusco también tiene informaciones valiosas sobre Renato Duque, ex director de Servicios de Petrobras, apodado por él como “My Way” (“A mi manera” en inglés, título de la canción de Frank Sinatra). Indicado por el ex ministro José Dirceu y amigo de Vaccari, con quien mantenía encuentros frecuentes, Duque recaudó 40 millones de dólares en coimas, según Barusco. El empleado también contó que solía pagar sumas semanales en especias al ex director. Para ello, llegó a guardar en su casa 3 millones de reales en dinero (US$ 1,1 millón), valor que fue transferido al exterior a pesar del cerco de las autoridades. Duque siempre recurría a terceros para recibir coimas y era muy desorganizado en el control de sus cuentas personales. Una vez, habría depositado 6 millones de dólares en el exterior por indicación de un tal “Roberto”, que luego habría desaparecido con el dinero. Ladrón que roba a ladrón…

Ex empleados de Petrobras y empresas contratistas no quieren pagar ellos solos por los delitos millonarios cometidos en el “petrolão”. Ellos alegan que el escandaloso esquema de corrupción en la empresa más grande de Brasil no funcionaría con tantos tentáculos, y durante tantos años, sin el conocimiento del gobierno. Ellos no aceptan recibir las penas más altas mientras la cúpula de la organización queda impune o sujeta a penas más leves. Quieren la ayuda de la cúpula del PT y del gobierno, especialmente del ex presidente Lula y de Dilma Rousseff, en la defensa en los tribunales. De lo contrario, amenazan con implicar a los dos directamente en el caso. La lógica es simple: o todos se salvan o todos mueren ahogados. Mientras tanto, dichos reclamos no surtieron efecto.

Justicia segundo tiempo. Lula se ha negado a recibir ejecutivos considerados anteriormente como aliados importantes. El gobierno de Dilma alega que las estafas millonarias son responsabilidad de la gestión comandada por el antecesor. El PT también ofende la inteligencia ajena. Olvidándose del Mensalão, que, según el propio partido era un esquema de lavado de dinero, sus dirigentes ahora afirman que nunca recibieron ninguna donación ilegal.

La semana pasada, el PT tuvo el descaro de conmemorar sus 35 años de fundación con aplausos a Vaccari, y el líder principal del partido no se esforzó en defenderlo. El protagonista, que ya representó la esperanza de los brasileños en tiempos más republicanos en la política, dio lugar a la mochila y a todo aquello que guarde dinero sucio. La fiesta del PT, que contó con la presencia de Lula, Dilma y “Moch”, esconde una enorme tensión tras bastidores. La mayoría de los protagonistas del Petrolão que tienen prisión preventiva continúan encarcelados, la Justicia rechaza sucesivamente los pedidos de habeas corpus y no se descartan nuevas prisiones. Por ahora, la alegría solo está presente en aquella imagen pegada en la pared.

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