Thursday 28 de March, 2024

TELEVISIóN | 02-04-2015 07:37

La gran comilona

Intratables. Magazine político. Lu. a sáb. a las 21.30, por América. Conductor: S. del Moro. Panelistas: S. Fernández Barrio, P. Vilouta, M. J. Oliván, D. Brancatelli y J. Viale. Prod.: GP para América.

★★★ Vamos de nuevo. Hace un año hablábamos del otro “Intratables”, el de más de lo mismo, el que masticaba un poco de todo, rápido y con la boca abierta salpicando migajas, a veces crocantes como las de Franco Torchia, la mayoría reblandecidas como las de Diego Brancatelli, pero siempre servidas por ese gran maître de panel que es Santiago del Moro.

Pero en este 2015 (sí, ya sé, elecciones), desde las entrañas del anterior nació uno nuevo. Definamos “nuevo”, diría un sociólogo. Ok: diferente del anterior, un hermano con otras ínfulas pero criado bajo el mismo techo. En un gesto de coherencia vital, el conductor abandonó “Infama” por la tarde y se zambulló al prime time con una temática acotada a la actualidad política. ¿Oportunismo? Sí, por supuesto, y del legítimo. Porque se trata de periodismo en televisión, un reino donde manda el rating y en el que se da por hecho que los especialistas son relleno y lo que garpa(ría) es el show de la información, como muy bien lo entendió Jorge Lanata en El Trece.

Antes y ahora, el rasgo que caracteriza a “Intratables” es su apuesta fuerte al desprejuicio. En la mezcolanza de Torchia (que ya no está) con Brancatelli (que continúa cruzado ante la adversidad) o de la modelo Vitto Saravia con la periodista María Julia Olivan, estaba el juego. Total, diez segundos bastan para embarrarse o parecer genial y, de todos modos, campanazos, risas, alaridos y/o cualesquiera separador sonoro vendrían a dar vuelta la página y a otra cosa. Y si bien en 2015, la cuestión política requirió limar la impaciencia y dar un poco más de aire a las explicaciones, la provocación se mantiene intacta en la decisión de sentar junto al panel estable a figuras invitadas o suplentes, probándose en el banco de “opineitors”.

Puede ser una provocación inofensiva como el escote de la indefinible Úrsula Vargues; o polémica, como el lugar otorgado a Agustina Kämpfer, la ex pareja del vicepresidente procesado Amado Boudou, de “movilera a dueña de una revista con un montón de pauta oficial” como le dijo Oliván en una discusión, una silla muy incómoda para quien la ocupa (bah, creemos) pero muy interesante para el espectador que quiera verla en aprietos: una jugada casi tan perversa como atractiva. En el otro extremo de las caras nuevas, una suma importante es la incorporación de la periodista Débora Plager, desplazada de C5N, que aprovecha sus intervenciones con agudeza y un profesionalismo que la distingue por su precisión.

En cuanto de Del Moro, él mismo es una provocación en su flamante status de conductor de programa político. Una molestia perfecta, puesta ahí para que pueda sobrevolarla con creces. Dije una vez que tenía un estilo “mefistofélico” y lo reitero. Porque manejar la palabra, los egos y las imágenes de tanta gente cada noche no debe ser fácil. Sin sudor, se pone por encima sin que se note. Es un gran director aunque la película no nos guste.

por Leni González

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