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EMPRESAS | 04-04-2015 00:04

Recorte de inversiones y despidos: la crisis del petróleo barato

A US$ 50 el barril, la industria enfrenta la menor demanda mundial y la tecnología.

La alarma se encendió cuando a principios de marzo se conoció que las empresas San Antonio y Servicios Petroleros Argentina S.A. retiraban ocho equipos de perforación y afectaban automáticamente 200 puestos de trabajo. Tras una serie de versiones cruzadas, todas las partes reconocieron que, en realidad, se había tratado de un recambio de unidades por otras con mejor tecnología. O sea, los operarios quedarían cesantes pero solo hasta la llegada de la nueva maquinaria. Apenas unos días después, terminaron de reubicarse los últimos trabajadores de los 120 que la petrolera china Sinopec había desafectado al quedarse sin contratos.

En ese clima, habló el sindicalista Guillermo Pereyra: “Reconocemos que se trata de una situación difícil, pero hay que trabajar y tener fe para salir adelante como lo hemos hecho en otras oportunidades”, dijo. Se había reunido con el presidente de YPF, Miguel Galuccio, para tratar la actualidad de la industria petrolera en la Cuenca Neuquina, en particular en Vaca Muerta.

La abrupta baja internacional del precio del petróleo, acentuada en los primeros meses del 2015, junto a los efectos locales del año electoral, provocaron un clima de incertidumbre en la zona y en la industria en general. Pese al acuerdo para un precio interno, fijado en 77 dólares el barril (contra uno internacional que descendió hasta los 50 y aún 43 dólares), las grandes inversiones que demanda Vaca Muerta obligan a las compañías a revisar los proyectos y rehacer las cuentas. A tal punto que antes de fin de año, cuando la cotización del petróleo WTI cerraba a US$ 54 el barril, el del Medanito, en Neuquén, costaba US$ 84. Es que los valores del petróleo nacional estuvieron históricamente por debajo del Brent y del WTI, las referencias internacionales del crudo, y tampoco siguieron su caída de los últimos meses, llegaron a costar un 55% más.

“Reconocemos que la situación está muy delicada", explicó el mismo Pereyra antes de convocar a una asamblea general por primera vez en la nueva Meca petrolera de Neuquén, Añelo, la capital de Vaca Muerta. El acto en la plaza de Añelo fue multitudinario. El gremialista pidió a más de 5.000 trabajadores cuidar las fuentes de trabajo y disminuir los ausentismos para no justificar despidos. Galuccio también sinceró las intenciones de la petrolera estatal: “La clave para capear el temporal pasa por hacer más eficientes las operaciones y bajar los costos. La caída del precio del crudo requiere ser más eficientes en la operación, aumentar la productividad laboral y bajar los costos de las empresas de servicios”.

La realidad de la industria es preocupante. Y las estadísticas que se conocieron recientemente -respecto a los pozos que se han perforado en lo que va del año- no están a la altura de lo anunciado por el gobernador Jorge Sapag el año pasado. Según datos de la Subsecretaría de Hidrocarburos de la provincia, en enero de este año se perforaron 46 pozos. De mantenerse este promedio de aquí a diciembre sólo se habrán perforado 552, por debajo de los 700 prometidos. La cantidad de pozos reflejan la medida de la inversión: en el 2014, se perforaron 548 pozos.

El precio del barril. Otras petroleras estatales del continente, igualmente fundamentales para la economía de sus países, sufren la debacle del bajo precio del crudo después de haber disfrutado cuatro años relativamente estables en torno a los 100 dólares el barril. Funcionarios y políticos preparan o aplican ya recortes para adaptarse a una nueva etapa desatada por la revolución del gas de esquisto (o el shale oil y el shale gas no convencionales), que ha permitido a los Estados Unidos convertirse en el mayor productor mundial de hidrocarburos y acelerar su objetivo de independencia energética.

De hecho, el nuevo escenario generó un desplome de precios ante la negativa de los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a reducir su propia producción y afrontar una pérdida de su cuota de mercado. El crudo bajó su precio más del 50% desde junio del 2014, el más bajo desde el 2009. Los pronósticos se reparten entre quienes ven el precio aún por debajo de los US$ 40 y quienes estiman una recuperación que lo lleve a US$ 70 el barril para fin de año (en el 2008 había trepado hasta los US$ 140). En general, los analistas descreen que vuelva a alcanzar los US$ 100 el barril. Entre las razones que se invocan para explicar la caída figuran, además del nuevo posicionamiento energético norteamericano, la baja demanda global a raíz de la caída en la actividad económica, el aumento de la eficiencia tecnológica y la nueva generación de vehículos de consumo alternativo. Pero están también los asuntos de la geopolítica mundial: Iraq y Libia aumentan sus producciones a razón de 4 millones de barriles al día y si bien Arabia Saudita decidió no sacrificar su porción de mercado para sostener el precio, bien podría bajar su producción, aunque de ese modo estaría beneficiando a Rusia. Los sauditas tienen espaldas grandes: guarda 900.000 millones de dólares en sus reservas. Su costo de extracción por barril es de apenas US$ 6.

Según la tradicional encuesta anual del banco de inversión Barclays a 225 empresas energéticas, la industria planifica una reducción en las inversiones del 9%. Sería la séptima vez en 30 años que el sector planifica una disminución en los gastos. Otra encuesta realizada por la firma de servicios financieros Cowen and Co.-que recopila datos sobre las inversiones de capital en el mundo, desde hace 33 años-, indica que el descenso será del 17%.

En la Argentina. En principio, el impacto resulta ambivalente: alivia la cuenta del déficit energético, pero dificultaría la explotación de Vaca Muerta y el desarrollo de nuevas inversiones en el sector que permitan la futura sustitución de importaciones. Se agrega un dato de la coyuntura: los gremios pedirían un aumento salarial de entre 18% y 22%, aunque su principal preocupación en estos días es evitar los despidos en la industria. Hasta ahora, saludaron los subsidios otorgados por el Gobierno nacional, pero consideran que se debería subsidiar también a la otra parte de la ecuación, los trabajadores, a través de la exención del Impuesto a las Ganancias. A nivel local, la planta de tubos sin costura de Tenaris en Campana, que exporta el 70% de su producción a petroleras mundiales, está trabajando al 50% de su capacidad productiva.

El impacto en los proveedores. Los mayores despidos se están dando, paradójicamente, en los Estados Unidos. Un estudio de la Reserva Federal de Dallas calcula que solo el Estado de Texas (uno de los más importantes del sector petrolero) despedirá a casi 130.000 trabajadores asociados a la industria del crudo y derivados. Los planes no se limitan a eliminar empleos. Hasta ahora, las medidas empresarias abarcan, en primer lugar, la revisión o cancelación de los planes de inversión, la reducción de stocks y costos para este año (se estima un promedio superior al 20%). En algunos casos, como en ConocoPhillips, el achique significa también menor demanda de productos y servicios asociados. Bloomberg estimó que, a febrero de este año. los despidos ya habían superado los 100.000 en todo el mundo.

Síntomas empresarios. El efecto se propaga a nivel global:

• British Petroleum anunció que recortará 300 puestos tras una revisión de sus operaciones en el Mar del Norte. Además congeló los sueldos de sus 80.000 trabajadores.

• Shell y Qatar Petroleum renunciaron al proyecto petroquímico Al Karaana en Qatar, presupuestado en US$ 6.400 millones, por considerarlo comercialmente inviable. Shell, por su parte, anticipó que cortará gastos por US$ 15.000 millones en los próximos 3 años.

• La francesa Total anunció que ya despidió a 2.000 trabajadores en varios países

• Petróleos Mexicanos, PEMEX, despidió en marzo a 3.000 trabajadores de los complejos petroquímicos Cangrejera, Pajaritos y Refinería Lázaro Cárdenas de Minatitlán, Veracruz. La petrolera estatal, en medio de una reforma energética que facilita a las empresas privadas operar en México, armó un plan de reducción de costos de entre US$ 2.000 y 3.000 millones, cortando compras y renegociando contratos. El plan afecta a más de 10.000 puestos de trabajo.

• Chevron prevé muy pocos proyectos en el futuro debido a la baja de los precios: redujo su proyección de gastos para el 2015 en un 13%.

• Schlumberger, el mayor proveedor mundial de tecnología de perforación y equipamiento, anunció que está en proceso de recortar 9.000 puestos de trabajo, que representan el 7% del personal.

• Halliburton, uno de los principales proveedores de servicios petroleros, comunicó que “debido a la complicada atmósfera en el mercado” tenía previsto despedir a más de 6.400 empleados. La empresa dijo que espera la salida de entre un 6,5% a un 8% de su plantilla de 80.000 personas.

• Weatherford, una de las firmas más grandes del mundo dedicadas a proveer soluciones mecánicas, tecnologías y servicios para los sectores de perforación de petróleo y gas, despide a 8.000 empleados, a nivel global.

Cómo afecta a Tenaris. El impacto en Tenaris global se empieza a evidenciar en una caída general de las órdenes. En las plantas de Estados Unidos y Canadá se desvinculó a casi 1.000 empleados debido a falta de pedidos y a la pobre perspectiva del mercado norteamericano. La planta de TenarisConroe (Texas) suspenderá sus operaciones a partir de abril (230 personas) hasta que finalice la crisis. Fuentes locales de la empresa aseguran que los proyectos estratégicos de inversión a largo plazo “no se verán afectados pero sí demorados”. Por ejemplo, la planta TenarisBayCity en Houston, Texas, con una inversión de U$S 1.500millones. Los analistas coinciden en que las empresas prestadoras de servicios petroleros y suministros de tubos harán una reingeniería en la cadena de abastecimientos con el objetivo de reducir los costos innecesarios en todas las líneas y en el capital de trabajo.

por José Antonio Díaz

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