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SHOWBIZ | 10-04-2015 07:13

Carcajadas que cotizan

Quiénes son los que viven de los monólogos. La influencia de las redes sociales y el rol de la televisión en el crecimiento del género.

En su libro “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905), afirma Sigmund Freud: “Los chistes no han recibido la consideración filosófica que merecen por el rol que juegan en nuestra vida mental”. Pasó más de un siglo y esa cita –que nos disculpe Don Sigmund– parece estar siendo contradicha por un mercado pronto a comprar risas, por un público que se toma muy en serio a la comedia.

De a poco, nombres como Guillermo Selci, Malena Pichot, Luciano Mellera o Lucas Lauriente van ganando el status de “celebrity”, algo que no sucedía antes entre los comediantes del circuito “off”. Son parte de la generación de primeros “standuppers” profesionales argentinos. Los que pagan el alquiler y la tarjeta con sus bromas; los que hasta han comenzado a tener fans.

“El género del stand up creció muchísimo en los últimos años. De hecho hoy tenés entre más de quinientos comediantes en el circuito comercial, pero sólo un puñado de nombres lograron profesionalizarse y vivir solamente de sus shows. Los demás sobreviven como pueden y compensan gastos a través de sus cursos u otros trabajos”, afirma el humorista y guionista Víctor Wolf, programador del stand up del Festival Ciudad Emergente.

La comedia en vivo tiene sus raíces en varias tradiciones de entretenimiento popular de finales del siglo XIX, que van desde vodevil y monólogos humorísticos hasta los artilugios de payaso de circo. En la actualidad una entrada promedio de stand up oscila entre 120 a 180 pesos. Pero decir que uno quiere hacer del humor una carrera no suele causarle risa ni a la familia... ni a los acreedores. Es que hay muchos comediantes aficionados y pocos profesionales.

El humorista y músico Andrés Ini tuvo que romper con el mandato familiar: “Cuando de chico ni bien les insinué a mis padres que quería dedicarme al humor, se aterraron. ¿Y si mejor estudiás?, me retrucó mi papá. Hice Comunicación en la UBA pero igual me la pasaba arriba de los escenarios. Al comienzo, como amateur y desde el under. Hoy te puedo asegurar que desde el 2008, más allá de mis otros trabajos, puedo vivir exclusivamente de mis unipersonales”.

Otro de los afortunados en subir a un escenario, agarrar un micrófono y “hacer de sí mismo” es el guionista e intérprete Guillermo Selci, quien bromea haber sido tocado por la varita mágica de la Presidenta. “Desde hace varios años el stand up me quita el hambre y permite darme varios gustos sin recurrir a otros trabajos. Pero no te puedo negar que desde que salí por Cadena Nacional en el Festival de la Palabra, elegido por Cristina Kirchner, aumentaron enormemente mis ingresos. La popularidad que te da la pantalla no se iguala con nada”, confiesa.

A propósito, Malena Pichot es una experta en capitalizar la masividad de la televisión e Internet. Desde que comenzó en 2008 a subir videos a YouTube a modo de parodia sobre sus desencuentros amorosos, no paró de cosechar seguidores. Así la convocó el canal MTV y luego el programa televisivo “Duro de Domar” para difundir sus historias como sátiras. Hoy es una de las monologuistas que mayores audiencias tracciona. “Siempre fui mirada de reojo por los tradicionales actores del stand up por haber surgido de la web y no de las tablas. Aunque sinceramente no me quita el sueño. Ante todo soy una comediante que vive únicamente de sus unipersonales”, afirma.

Fans digitales. Pablo Moracci es productor y representante de los jóvenes humoristas Lucas Lauriente y Luciano Mellera, quienes pertenecen a la productora Quiero Stand up. De acuerdo con sus estimaciones, por mes sus representados hacen en promedio 25 shows y recaudan cerca de 40.000 pesos. “Por supuesto que hay épocas mejores que otras, pero Lucas y Luciano hace años que vienen trabajando ininterrumpidamente en capital y el interior con gran éxito. Tuvieron que dejar otros empleos porque no les alcanzaba el tiempo. Hoy sólo viven del humor”, agrega.

“Creo que lo que más me ayudo a encontrarme con mi público fueron las redes sociales, la tele ayudó muchísimo también a difundir pero creo que el fuerte es internet”, agrega Lauriente, “La tele se ve distante y tener contacto con tus seguidores es vital. Hoy en día, la gente quiere tener esa sensación de 'cercanía' con uno y las redes sociales creo que están para eso”. Si hay algo de lo que no se puede quejar es de la “cercanía”: casi como un Justin Bieber de la comedia, sus shows se llenan de chicas jóvenes que, a la salida, se sacan fotos y hasta lo colman de regalos.

“La verdad es que es muy nuevo lo que estamos viviendo, tanto los comediantes como el público”, agrega Luciano Mellera, “De a poco estamos aprendiendo qué hacer y cómo proceder pero, mientras, nos divertimos”. Coincide con su colega Lauriente en el doble juego que se da entre televisión y vida digital: “Si bien haber salido en la tele –sobre todo el Comedy Central– me dio mucha exposición, lo que más te acerca a la gente en el día a día son las redes. Creo que con Lucas generamos algo entre el público joven que tiene que ver con cómo ellos se identifican con nosotros fuera del escenario. Si bien yo ya no soy adolescente, ellos nos demuestran que les gustaría ser amigos nuestros. Nos conciben como pares, que tienen un laburo copado”.

¿Moda o género establecido? El mundo del stand up es amplio y complejo. “Hay muchos actores que trascendieron en radio o televisión y luego se volcaron al teatro con sus unipersonales. Pero lo hacen esporádicamente y no viven exclusivamente de eso. Por ejemplo, Sebastián Wainraich es uno de los que más convoca con sus espectáculos pero él dedica su mayor tiempo a la radio. Sucede lo mismo con su mujer Dalia Gutmann, quien se destapó primero como locutora en el programa matinal AM y después potenció su faceta standapera”, opina Víctor Wolf. Para el productor, ambos artistas son parte del stand up pero no lo toman como única profesión.

Si el “boom”, o la “moda”, o el “tercer boom consecutivo” del género es o no una realidad, es un tema que genera controversias entre la misma gente “del palo”. “Honestamente nunca lo vi como una moda o un boom”, afirma Gabriel Grosvald, probablemente uno de los más tradicionales productores del género y “descubridor” de Malena Pichot, entre otras estrellas, “Escucho eso desde hace más de diez años. Tampoco creo que sea un género establecido en nuestro país, pero cada día está más cerca de serlo. Que se incluye al género en Ciudad Emergente, El Festival de La Palabra, que esté en el Teatro Maipo o el ND/Teatro, Paseo La Plaza, como programación regular me parece que lo convirtió en un género que se está estableciendo a fuerza de resultados: shows buenos desde lo artístico y lo económico. Grandes comediantes y taquillas”.

“No sé si el stand up ya no es una moda”, duda Kleiman, “Ahora hay una corriente mas de fans, eso es nuevo, y es porque hay comediantes más jóvenes y con mas vuelo, con menos límites. Como el primer hijo y el segundo, el segundo ya no tiene que romper tanto con las estructuras”.

Vivir de la risa ajena. “Se puede vivir de la comedia”, afirma Grosvald, “Pero todo depende de cómo uno quiera vivir y de saber qué hacer con el tiempo en el que no hay funciones (casi todo el día). Hay que tener mucha conducta. En general los comediantes se hacen un 'paquete' de varias actividades: shows, eventos privados, clases, guiones, acciones en redes sociales, publicidades... Cada uno, además de hacer lo que sabe hacer en el escenario, tiene algo que lo destaca: saber escribir, la facha, la gracia, la cara de nene, saber transmitir la experiencia”.

“Me parece que el fanatismo, ayuda mucho a los comediantes a poder vivir del humor”, se suma Natalia Kleiman, productora de teatro que, entre otros, está detrás de los espectáculos de Malena Guinzburg y de las presentaciones en vivo en Niceto Club de la señal de cable Comedy Central, “Los fans generan ruido y movimiento, eso llena las salas, y de eso viven los comediantes. Los que van a vivir mejor de la comedia son las generaciones nuevas que están arrancando ahora. El stand up es una forma simple económica si se trata de solo un comediante haciendo un monólogo, para contratar para un evento; esa es una gran forma de ganar plata para los comediantes. Y por supuesto que alguien que sabe escribir sus propios textos, subir a un escenario y hacer reír a muchas personas, seguramente tenga talento para hacer millones de otras cosas relacionadas, como escribir guiones para otras cosas u otras personas, o trabajar en radio, televisión, cine”.

Gracias a la tele. Lo que no se puede negar es que el género en Argentina recibió un empujón muy fuerte, en los últimos dos o tres años, desde la televisión. La “Bendita” pantalla de Beto Casella fue pionera en poner comediantes del circuito “off” todos los viernes por la noche. Con el tiempo, la costumbre de invitar monologuistas se expandió a lugares desde la siempre picante pantalla de los “Animales sueltos” de Fantino hasta programas deportivos de televisión por cable.

Pero uno de los saltos de popularidad más fuertes vino de la mano de la señal de cable Comedy Central, que desde que comenzó a transmitir para América Latina, le dio vital importancia a la comedia stand up argentina produciendo una serie de especiales y un ciclo de shows en vivo cuyo contenido se edita para sus propias plataformas on line.

“En el mundo, en lugares como Estados Unidos o España, la televisión fue fundamental para instalar el género. En nuestro país, no tuvo casi ninguna influencia. Pero el apoyo de Bendita TV y el que está teniendo el género con Comedy Central están empezando a sentirse sobre todo en el interior del país. Me da la impresión que el impacto de Comedy Central va a ser mayor en los próximos años”, agrega Grosvald.

Por lo pronto, la cantidad algo inaudita de comediantes en el circuito obliga a que, los que quieren vivir de ser chistosos –y llenar salas, o saltar a la tele, o ser el columnista de humor en una programa de radio–, deban profesionalizarse para subsistir en un ambiente que se vuelve cada vez más competitivo. “No hay una formula”, concluye el productor Gabriel Grosvald, “Pero sí un camino: primero tiene que ser un buen comediante, y esto es lo más difícil. Después, debe tener un buen marketing y saber venderse. Y sobre todo tener tolerancia al fracaso; mucha paciencia. Pero casi que el tiempo es la variable más importante. Luego viene el talento. Después el esfuerzo”.

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por Diego Gualda, Naiara Vecchio

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